Lewis Randolph “Randy” Williamson fue considerado inocente por la justicia durante décadas. Hoy, la innovación forense lo vincula al brutal crimen de Esther Gonzalez, una joven víctima de violación cuya muerte conmocionó a California.
El 9 de febrero de 1979, Esther González, una joven de origen latino y de 17 años, emprendió un camino corto pero desafortunado desde la casa de sus padres en Beaumont hacia la vivienda de su hermana en Banning, California. Nunca llegó a su destino. Al día siguiente, un hombre llamó a las autoridades para reportar el hallazgo de un cuerpo parcialmente cubierto por nieve a un costado de la carretera 243.
El cadáver era de Esther y su muerte, marcada por la violencia extrema, conmocionó a la pequeña comunidad. Había sido violada y brutalmente golpeada antes de ser abandonada en el lugar, señaló CBS News.
El hombre que inicialmente apareció como un testigo crucial en el caso de Esther González fue Lewis Randolph “Randy” Williamson. A pesar de haber sido una figura clave en la investigación de la joven desaparecida, su comportamiento durante los primeros momentos de la investigación levantó ciertas sospechas.
Williamson, quien había llamado para reportar el hallazgo del cadáver, se mostró algo extraño en su comportamiento al interactuar con las autoridades. Los investigadores describieron su actitud como “argumentativa”, un detalle que hizo que los oficiales lo identificaran como una persona a la que se le debía hacer más preguntas.
Días después de su declaración, las autoridades decidieron someter al sospechoso a un examen de polígrafo, también conocido como prueba de detector de mentiras, una herramienta que en ese entonces se usaba con frecuencia para ayudar a descartar o confirmar la implicación de posibles sospechosos. El sujeto aceptó someterse a la prueba y, al pasarla sin problemas, fue exonerado oficialmente, al menos en ese momento, de cualquier vinculación con el asesinato de Esther.
Este resultado, respaldado por la tecnología de la época, pareció poner fin a las sospechas sobre Williamson. Sin embargo, la ciencia forense de 1979 no contaba con herramientas como el ADN para confirmar las sospechas, lo que dejó el caso en una zona gris, con una resolución insatisfactoria. Mientras tanto, la investigación continuó sin poder esclarecer quién era el verdadero culpable.
Décadas después de la trágica muerte de Esther González, el avance de la tecnología forense permitió retomar el caso con nuevas herramientas. En 2023, un equipo especializado en homicidios sin resolver del condado de Riverside decidió analizar nuevamente las evidencias recolectadas en la escena del crimen, esta vez empleando el poder de la genealogía genética forense.
El proceso comenzó con la revisión de una muestra de semen recolectada en 1979 y archivada en el sistema de identificación genética conocido como CODIS. Aunque este sistema no había producido coincidencias previamente, la introducción de la genealogía forense permitió explorar conexiones familiares a través de bases de datos genealógicas comerciales. Para ello, el equipo colaboró con la empresa Othram, Inc., ubicada en Texas.
Uno de los elementos clave fue la determinación de que el sospechoso inicial, Williamson, nunca había sido descartado mediante pruebas de ADN, ya que esta tecnología no existía en 1979. A pesar de que el sospechoso había fallecido en Florida en 2014, los investigadores lograron obtener una muestra de sangre de su autopsia, gracias a la colaboración del Departamento del Sheriff del Condado de Broward.
Esta muestra se envió al Departamento de Justicia de California, donde los especialistas confirmaron una coincidencia exacta entre el ADN de Williamson y el material genético encontrado en el cuerpo de Esther.
En este caso, las autoridades han dejado en claro que no descartan la posibilidad de que Williamson pudiera haber estado vinculado a otros crímenes similares, y han instado al público a proporcionar cualquier información adicional sobre él. Esto ha renovado la esperanza de que, a través de esta tecnología, se puedan resolver otros asesinatos sin resolver o incluso identificar a otras víctimas que pudieran haber estado en situaciones similares a la de Esther.
Con información de Infobae.