Por: Gustavo D. Palacios | @GPalaciosRPyMkt
CAMBIANDO LA HISTORIA…
En referencia al éxito, el inglés Oscar Wilde decía que si tienes las condiciones consigues el resultado y este fin de semana el Manchester City ha demostrado tener algo más que condiciones para coronarse en la Copa de la Liga inglesa.
Josep Guardiola ha requerido casi cien partidos para colgarse su primera medalla como entrenador del Man City. El estratega de Santpedor ha vuelto a demostrar que más allá de lo que se consigue, está el ‘cómo’ se consigue. Desde Claudio Bravo hasta el ‘Kun’ Agüero, el equipo parece totalmente afinado para tener una temporada importante en cuanto a números y títulos, pero sobre todo en lo que tiene que ver con el estilo de juego.
El repaso que le ha dado el Manchester City al, inoperante y débil, Arsenal del igualmente débil entrenador Arsene Wenger, ha terminado por ser una maravillosa cátedra de futbol, desde la portería con enormes intervenciones de Claudio Bravo, hasta la picardía de Sergio Agüero y la magia del ‘Chino’ Silva.
El City, un equipo condenado al anonimato y tomado como plato de segunda mesa en la ciudad de Manchester, por la presencia del enorme Man United, está a las puertas de una de sus más grandes épocas, y si bien es por una alta inversión de sus dirigentes, los millones en el campo también hay que saberlos gestionar y eso se lo deben a alguien que siempre ha puesto por encima las formas antes que la frialdad de los números.
REPITIENDO LA HISTORIA…
Pero no todos son fieles a las raíces, a las tradiciones y las filosofías, existen equipos condenados al fracaso por no respetar su esencia y más aún por no aprender de sus históricos errores.
Cambiando radicalmente de juego en este espacio de opinión, quiero hacer referencia a uno de los equipos más vergonzosos de la última época en el futbol mexicano, no sólo por sus casi 70 años sin título, sino por la falta de respeto a su naturaleza misma.
Atlas, admirado por su estilo de juego y su enorme calidad en cantera, se ha convertido en una calamidad del balompié jalisciense desde hace algún tiempo. Los denominados rojinegros han olvidado prácticamente todo lo que alguna vez los hizo un equipo que llamaba la atención a nivel nacional y se han transformado en una burla para más de uno. El cambio de propietario que para muchos, sobre todo los menos analíticos, significaba una transformación positiva, terminó por ser la piedra angular en este monumento al fracaso futbolístico. TV Azteca, Grupo Salinas, Ricardo Salinas Pliego o como gusten llamar al dueño del equipo rojinegro, ha sido una historia constante de fracaso en el futbol nacional, ¿por qué tendría que ser diferente con Atlas?
Morelia, el equipo con más años dentro del grupo, apenas tiene en sus vitrinas un par de títulos (liga y copa), Veracruz descendió, Jaguares fue vendido y al paso de los años desapareció, los ejemplos de fracaso o poco éxito eran evidentes, pero los más positivos, y de verdad que los hay en Atlas, creían que el redentor había llegado en forma de televisora.
Pero el infierno atlista no ha terminado con la gestión administrativa de un equipo que invierte poco y mal, sino que se ha trasladado al manejo en cancha, con entrenadores similares a la directiva, con pobreza en resultados y peor aún sin un estilo apegado a la casi extinta filosofía rojinegra.
Y ya por culminar, en uno de los puntos más delicados para la afición rojinegra, la cantera ha quedado estancada por las ambiciones de unos cuantos. La interminable estancia de Rafael Márquez, la importación de arqueros para la que alguna vez se constituyó como una fuente de talentos trascendentes para la portería, así como la apertura a futbolistas no nacidos en México han sido las razones por las que esta cantera ya no produce.
El hartazgo finalmente ha llegado a la afición que durante la temporada ha realizado entradas menores al 70% de la capacidad del estadio Jalisco y en estos momentos la situación es más que crítica, ocupando la penúltima posición de la porcentual a ocho puntos del “Veracruz”.
Pero como esta historia siempre se repite, seguro habrá algún buen samaritano que rescate al Atlas del temido descenso.
