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Familia mexicana decidió autodeportarse desde Estados Unidos y, en el proceso, perdió todo

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Una familia mexicana decidió autodeportarse desde Estados Unidos y, en el proceso, perdió todo lo que había construido en su intento por escapar de la violencia y las amenazas en su país de origen. La historia, basada en entrevistas y documentos, refleja las difíciles decisiones que enfrentan miles de migrantes en medio de un contexto de políticas migratorias cada vez más estrictas.

Mientras en Estados Unidos se proclamaba a Donald Trump como futuro presidente, Sonia Coria, de 25 años, se volvió hacia su esposo, Carlos León, también de 25, y le preguntó si debían regresar a México. Después de siete meses viviendo en Glendale, Arizona, en un departamento compartido con la tía de Sonia, y habiendo logrado construir una vida modesta pero estable, la familia decidió que era hora de volver a su país ante la incertidumbre que generaba la llegada de Trump al poder.

Con trabajos ocasionales y sus hijos en escuelas locales, habían logrado una rutina en un barrio del oeste de Glendale, rodeados de otros migrantes mexicanos. Habían comprado su primer vehículo, una camioneta Ford F-150 del 2008, y aunque vivían con limitaciones, sus sueños de mejorar su situación todavía estaban vivos.

Sin embargo, el resultado de las elecciones y las políticas migratorias prometidas por Trump empezaron a sembrarles dudas y temor. La familia, que había solicitado asilo y cumplía con los requisitos, temía perder todo. La noche en que los resultados electorales se transmitían por televisión, Sonia y Carlos decidieron que era mejor partir antes de que las autoridades estadounidenses pudieran deportarlos.

El viaje de regreso no fue sencillo. Cuando cruzaron la frontera en Nogales, la Guardia Nacional mexicana detuvo su vehículo y confiscó la camioneta por no tener documentos en regla. Además, les impusieron una multa de 5,000 dólares, que sumada a la pérdida del vehículo y sus ahorros, dejó a la familia en la calle, con pocas pertenencias y sin recursos.

“Perdimos todo”, confesó Sonia entre lágrimas. “Nos fuimos con nada y regresamos peor”. La familia quedó en un estado de incertidumbre, enfrentando la difícil realidad de volver a un país marcado por la violencia y la pobreza, ahora con la carga de la deuda y sin sus bienes.

Organizaciones humanitarias lograron asistirlos, facilitando su traslado a Michoacán y brindándoles apoyo básico para comenzar de nuevo. La historia de esta familia ejemplifica las complejas decisiones que enfrentan migrantes en medio de una política migratoria cada vez más coercitiva y de un contexto de violencia persistente en muchas regiones mexicanas.

Este caso refleja no solo la realidad de muchas familias que optan por volver a su tierra en busca de seguridad, sino también las consecuencias de las políticas de autodeportación y la dureza de un sistema que, en ocasiones, deja en la calle a quienes solo buscan una vida mejor.

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