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Escombros en mi mente – “A sus órdenes, Señor Secuestrador”

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Por: Rodolfo Chávez Calderón

En la colaboración anterior les comenté cómo un hombre, luego de tirotearse contra la policía en las calles de Zapopan, de herir a un agente y de que las fuerzas del orden mataran a un sujeto que acompañaba al pistolero, éste corrió a esconderse en un domicilio de Lomas de Zapopan, donde vivía, aunque en ese momento sus perseguidores lo desconocían por completo. El hábil pistolero fingió que secuestraba a su madre y a sus dos niños, a los que amenazó con matar si pretendían detenerlo.

Francisco Javier Peña Osorio, jefe de la policía de Zapopan, pedía a gritos un reportero, ya que el individuo aquél exigía la presencia de un comunicador. Intentaron a mi llegada, involucrarme en el hecho, pero debido a que apenas le mostraron la cámara, le disparó con un Ar-15 que tenía en ristre, por lo que me negué rotundamente y fue entonces cuando subí a la azotea de una casa vecina, desde cuya posición, sumada a la protección de una barda estratégicamente colocada, se podía observar perfectamente la ventana donde se apreciaba al hombre armado que luego sabríamos se llamaba Fernando Hernández Leyva, pero que a las autoridades les aseguró que era “Pancho López”.

Desde mi escondite, en el que no nos sentíamos muy seguros varios reporteros y yo, porque de repente disparaba en dirección de nosotros, pude observar cuando llegó Salvador Chávez Calderón, mi hermano, y aceptó negociar, sin camisa se acercó con las manos en alto al pistolero, que se negó a aceptarlo y le exigió que llamaran a Carlos Cabello Wallace, reportero y conductor de programas televisivos en Canal 4 de Televisa Guadalajara.

Media hora después había llegado Carlos y tanto él, como Chava Chávez, como acostumbro llamarle a mi hermano, seguían negociando con el tipo aquél.

El tiempo pasó tan rápido que a eso de las nueve de la noche tendría que retirarme de ahí, pero me sentía obligado a permanecer, con la angustia reflejada en la boca del estómago, porque ni Carlos Cabello, ni Salvador, habían sido liberados. El matón aquél había pedido un auto y exigía a Chava que se metiera a la cajuela, para garantizar que no le iban a disparar cuando se fuera. Llevaría con él a Carlos de conductor y atrás a su madre y a sus dos hijos.

Resignado a retirarme, para escribir la nota en mi periódico, entonces Siglo 21, me encaminé a la salida de aquella calle que aún me parece tétrica. Me encontré en el camino a Don Fernando Ayala Mascorro, a la postre director de la Policía Judicial del Estado, quien me comentó que él y todos los judiciales en el operativo estaban amenazados por el procurador Jorge López Vergara, que si alguno de ellos le disparaba al secuestrador, tendría que enfrentar un proceso por homicidio.

Fue de tal modo la atención que se dio al supuesto “Pancho López”, que López Vergara le llamó a su teléfono… fue ahí donde oí la frase más estúpida proveniente de una autoridad: palabras más palabras menos, “Pancho López” le dijo: “señor, yo sé que usted es un humanista, defensor de los derechos humanos, lo único que quiero es retirarme de aquí sin mayor problema”… fue entonces cuando pidió el coche y puso otras condiciones… aparte de que le agradeció sus atenciones al procurador López Vergara, quien le respondió respetuosamente: “a sus órdenes, Señor secuestrador”… 

Cuando llegué al Periódico, alrededor de las once de la noche, pude enterarme de que Salvador estaba bien, que se había escurrido por órdenes de la dirección de noticias del Canal 4, para que no tuviera que viajar en ese auto y continuara el secuestro… Sin embargo Carlos sí había tenido que conducir para el secuestrador.

Más tarde, casi a la media noche, llegó a la redacción de Siglo 21 un fax mediante el cual López Vergara felicitaba cordialmente a los dos valerosos reporteros (Carlos Cabello y Salvador Chávez) que habían arriesgado su vida para salvar a los rehenes. Al día siguiente seguro se le olvidó aquella felicitación a López Vergara, porque abrió una averiguación criminal contra (Salvador Chávez y Carlos Cabello) “los dos valientes reporteros que arriesgaron su vida”.

Como resultado de las declaraciones del Procurador, sobre de los periodistas se volcó toda la rabia de los policías de diferentes corporaciones. Nunca se aceptó oficialmente que fue Peña Osorio quien llamó a Carlos Cabello y que los judiciales en el lugar invitaban a negociar a cada reportero que llegaba.

Carlos Cabello fue liberado al día siguiente, pero como de costumbre, no faltaron los reporteros que aprovecharon para tratar de desprestigiarlo por haber “ayudado” a escapar al delincuente aquél.

Un comandante de la Policía Judicial, QEPD Fray Martín Arreola, un excelente francotirador a pesar de que solamente tenía funcionando uno de sus ojos, aquella noche se había apostado a distancia y “durante horas tuve a tiro a ese desgraciado, pero me ordenó el Procurador que no disparara, o me iba a acusar de homicidio intencional”, dijo.

Entre “la tropa” de la Policía Judicial se sentía la inconformidad, un aire de derrota, de tristeza y decepción, especialmente por aquella frase de: “a sus órdenes señor Secuestrador”.

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Periodista, resignado Atlista, enamorado de mi ciudad y de mi Estado. De L a V en punto de las 7am al aire @1070noticias http://bit.ly/oYJFU2