Un estudio del Observatorio Heliocare, realizado por Cantabria Labs, revela que un 41% de los españoles asocia el bronceado con la salud o la belleza, pese a sus conocidos daños cutáneos. Sin embargo, un 56% de los encuestados sí está informado sobre los efectos nocivos del sol en la piel y en el envejecimiento prematuro.
Desde 2017, los datos reflejan un aumento en la percepción de que el bronceado puede ser perjudicial, acompañada por una disminución en quienes lo consideran beneficioso. El análisis también indica que los hombres y los menores de 30 años tienden a relacionar el bronceado con beneficios para la salud, una tendencia que, según la gerente médica de Dermatología de Cantabria Labs, María Vitale, se atribuye a que las mujeres suelen tener mayor conocimiento sobre rutinas de cuidado dermatológico.
Aunque la población española muestra mayor concienciación respecto a otros países como Italia y Portugal, todavía persiste la creencia de que el bronceado es saludable, una idea que preocupa a los autores del estudio. La mayoría de los españoles (hasta un 95%) sabe que los malos hábitos solares pueden derivar en cáncer de piel, y un 94% afirma usar protección solar, aunque solo el 65% emplea un SPF de 50 o superior.
España lidera en el uso del SPF50, con un 59% de la población que lo utiliza, en comparación con el 46% de Italia y el 46% de Portugal. No obstante, expertos insisten en la importancia de que toda la población adopte esta práctica de manera regular. Solo un 29% de los españoles usa protección solar a diario, siendo más frecuente en mujeres; un dato que resalta la necesidad de reforzar hábitos protectores, especialmente entre marzo y octubre.
Asimismo, la reapplication del protector solar y el uso de ropa adecuada son prácticas aún poco extendidas. La mayoría de los encuestados (62%) solo reaplica una vez o no lo hace en absoluto, y el 67% desconoce la existencia de la fotoprotección oral, una alternativa complementaria para fortalecer la protección frente a los efectos del sol.
Expertos recomiendan mantener y reforzar estas conductas para reducir el riesgo de cáncer de piel y promover una salud cutánea óptima en la población.