Desde que fue elegido en 2013, el Papa Francisco ha realizado ocho viajes a distintos países de América Latina, pero ninguno de ellos ha incluido su país natal, Argentina. A pesar de haber expresado públicamente su deseo de volver, las razones que explican su ausencia en territorio argentino son diversas y están relacionadas con el contexto político y social del país.
Especialistas y cercanos al pontífice coinciden en que la polarización política que atraviesa Argentina desde hace años sería uno de los principales obstáculos para su visita. La socióloga Sol Pietro, profesora de la Universidad de Buenos Aires e investigadora del Conicet, señala que “Argentina es un país con opiniones políticas muy polarizadas y, si él venía, necesariamente iba a caer en esa polarización”. Para ella, el Papa ha preferido evitar confrontaciones que puedan afectar su figura y su liderazgo espiritual.
A lo largo de su pontificado, Francisco ha visitado países vecinos como Brasil, Bolivia, Paraguay y Chile, pero en ninguna ocasión ha regresado a Argentina, ni siquiera a recoger pertenencias o visitar su tierra en momentos de descanso. Desde el momento en que partió de Buenos Aires en marzo de 2013 para participar en el cónclave que lo consagraría como Papa, llevaba una pequeña valija y un boleto de regreso que nunca utilizó, reflejando quizás un compromiso de por vida con su misión en el Vaticano.
Fuentes cercanas al Papa relatan que, en sus primeros años, Francisco dilató su regreso a Argentina por sus múltiples obligaciones como líder mundial, pero posteriormente, la complejidad política del país y su propia prudencia habrían sido motivos para mantener esa distancia. La relación del pontífice con la política argentina ha sido ambivalente; si bien mantiene contacto con figuras y instituciones del país, también ha sido crítico con algunos aspectos del gobierno y la situación social, como evidenció en un sermón en el Vaticano en 2024, donde criticó la violencia policial y la falta de justicia social en Argentina.
Encuestas recientes reflejan que la opinión pública argentina también está dividida respecto a Francisco. Mientras un sector lo admira y lo ve como un líder que denuncia injusticias, otro lo percibe como demasiado involucrado en temas políticos, lo cual podría complicar aún más su llegada al país en un momento de alta polarización.
A pesar de su ausencia física, el Papa mantiene vínculos cercanos con Argentina. Cercanos a él, como el padre Lorenzo Toto de Vedia, aseguran que Francisco “siempre ha estado muy presente” y que ha seguido con interés las problemáticas sociales y políticas de su país.
En definitiva, la combinación de un contexto político polarizado, las propias decisiones estratégicas del Papa y su deseo de mantener su autoridad moral no le permitieron regresar
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