El Papa clama por la paz en zonas del Cáucaso

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    El Papa Francisco clamó porque la reconciliación entre los pueblos armenio y turco, así como en otras zonas del Cáucaso como la región del Nagorno Karabaj, durante el evento más multitudinario de su visita apostólica a Armenia.

    «¡Qué grandes son hoy los obstáculos en el camino de la paz y qué trágicas las consecuencias de las guerras!», constató en un discurso pronunciado durante una oración interreligiosa con el líder de la Iglesia apostólica (ortodoxa) armenia, Karekin II.

    En su discurso, pronunciado en italiano, Francisco denunció que en Medio Oriente muchas poblaciones son forzadas a abandonar todo, los cristianos sufren violencia y persecución a causa del odio.

    Lamentó que esa violencia sea fomentada por la «plaga»de la proliferación y del comercio de armas, por la tentación de recurrir a la fuerza y por la falta de respeto a la persona humana, en especial a los débiles, a los pobres y a los que piden solo una vida digna.

    Recordó una vez más el genocidio armenio a manos de los turcos un siglo atrás, que dejó 1.5 millones de muertos, y aseguró que no «deja de pensar»en esa «prueba terrible», un «exterminio terrible y sin sentido», un «trágico misterio de iniquidad».

    El Papa manifestó su admiración porque la fe cristiana salvó a Armenia, incluso en los momentos más trágicos de la historia, y que ha permitido sobrellevar las heridas «producidas por el odio feroz e insensato», que aún permanecen abiertas.

    «La memoria, traspasada por el amor, es capaz de adentrarse por senderos nuevos y sorprendentes, donde las tramas del odio se transforman en proyectos de reconciliación, donde se puede esperar en un futuro mejor para todos, donde son dichosos los que trabajan por la paz», dijo.

    «Hará bien a todos comprometerse para poner las bases de un futuro que no se deje absorber por la fuerza engañosa de la venganza; un futuro, donde no nos cansemos jamás de crear las condiciones por la paz», indicó.

    Precisó que estas condiciones son «un trabajo digno para todos, el cuidado de los más necesitados y la lucha sin tregua contra la corrupción, que tiene que ser erradicada».

    El pontífice se dirigió a los jóvenes y les aseguró que ese futuro «les pertenece», les pidió aprovechar la sabiduría de los ancianos, ser constructores de paz y no «notarios del statu quo», sino promotores activos de una cultura del encuentro y de la reconciliación.

    A la Iglesia apostólica armenia, de rama ortodoxa y separada de la católica desde hace más de mil 500 años, la convocó a seguir avanzando para lograr la plena unidad, que, dijo, no es un «beneficio estratégico para buscar mutuos intereses», sino una petición de Jesús.

    Francisco sostuvo que para lograr esa unidad necesaria no basta buena voluntad de alguien en la Iglesia, sino que es indispensable la oración de todos.

    En el diálogo «solo la caridad es capaz de sanar la memoria y curar las heridas del pasado; solo el amor borra los prejuicios y permite reconocer que la apertura al hermano purifica y mejora las propias convicciones», señaló.

    Por eso, llamó a tener la valentía de dejar las convicciones rígidas y los intereses propios, en nombre del «amor que se trabaja y se da, en nombre del amor humilde». Y apuntó: «Prosigamos con determinación hacia la unidad, es más, corramos hacia la unidad».

    Invocó la reconciliación entre los pueblos de Armenia y Turquía, cuyas fronteras se encuentran cerradas, e hizo referencia a la disputa por el Nagorno Karabaj, una zona de mayoría armenia, pero que desde 1923 Rusia cedió a la vecina Azerbaiyán.

    También con Azerbaiyán las fronteras están cerradas, mientras el Nagorno sobrevive en una especie de limbo jurídico porque si bien es considerado parte de ese país, tiene un gobierno autónomo que exige el reconocimiento como un nuevo Estado.

    En su discurso de este sábado, el Papa «abrazó fraternalmente»a todos los armenios, presentes en muchos países, y los instó a ser «embajadores de la paz», porque el mundo necesita de su mensaje, su presencia y su testimonio.

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