Por: Dip. Verónica B. Juárez Piña
Vicecoordinadora GPPRD en la
Cámara de Diputados
La democracia es mucho más que votar una vez cada tres años. Es mucho más que elegir entre partidos políticos o entre políticas públicas diferenciadas. La democracia es, ante todo, un sistema de pesos y contrapesos, basados en el estado de derecho, y en la elección periódicamente de los representantes públicos. No nos debe quedar ninguna duda: sin ley no hay democracia. Sin respeto a la división de poderes no hay democracia.
Desde hace años, hemos visto una ofensiva de López Obrador contra todo poder o institución que se oponga a sus deseos personales. Envuelto en una supuesta superioridad moral, el presidente no duda en atizar a quien discrepe de sus ideas. Nos llama “mafia del poder” a quienes creemos que es nuestra obligación defender la democracia y el marco jurídico. Imagínese por un momento si no hubiera independencia del Poder Judicial: ¿quién podría detener los excesos de un mandatario? El jefe de estado podría eliminar nuestras libertades o derechos, podría meterse con las garantías fundamentales de las y los mexicanos, y nadie podría decirle nada. La división de poderes existe para evitar la concentración y caer en tentaciones autoritarias.
Estamos de acuerdo en avanzar en leyes de austeridad que acoten los excesos en la administración pública. Estamos de acuerdo en hacer menos oneroso el gasto gubernamental y priorizar las partidas para atender necesidades sociales como la educación o la salud. Sin embargo, se debe hacer con apego a la Constitución y sin vulnerar los derechos humanos. La popularidad de la causa no avala pisotear el estado de derecho. El fin no justifica los medios.
Proponemos a López Obrador construir una iniciativa en consenso y con los acuerdos posibles para evitar su ilegalización. Con los siguientes objetivos: ahorro, austeridad, eficiencia, protección de los derechos laborales, no retroactividad, respeto a la autonomía de los jueces. Una iniciativa valiosa podría morir en seis meses si Morena no entiende que debe llegar a acuerdos y que usar la aplanadora, en cada votación, sólo provoca más conflictos que soluciones. El diálogo es la base de la democracia.
El presidente y su mayoría tienen que ser responsables. Si en verdad quieren cambios, la única vía adecuada es llegar a consensos para que no sean simplemente modificaciones provisionales. Cuánto tiempo se quejó López Obrador de mayoriteos. Cuánto tiempo se quejó de albazos y que no tomaban en cuenta su opinión. ¿Para eso llegó López Obrador al poder? ¿Para comportarse como aquellos a los que tanto criticó? El fin no justifica los medios y en democracia las formas son fondo. Las y los perredistas ponemos de toda nuestra disposición para llegar a acuerdos y racionalizar los sueldos en el sector público, pero no con amagues o con propuestas que son abiertamente inconstitucionales y atentan contra los derechos humanos. Le pedimos responsabilidad al Presidente. No, así no.