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DESAZOLVE #DEPRECIACIONyURGENCIA

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Por: Salvador Cosío Gaona

De poco ha servido hasta ahora al Presidente Enrique Peña Nieto haber cesado a Luis Videgaray Caso como titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Publico (SHCP) y colocar en su lugar a José Antonio Meade Kuribreña, quien tras haber sido SubSecretario de Hacienda, Secretario de Energía y también titular de la SHCP en el nefasto gobierno del panista Felipe Calderón, ha sido ‘el mil usos’ en el gobierno de Peña, pues ya fué Secretario de Relaciones Exteriores, Secretario de Desarrollo Social y ahora lo regresó a manejar la política económica, financiera, presupuestal y tributaria.

Los acentuados malos resultados en materia económica, dejando al margen las causas exógenas, tienen como factor importantísimo los impactos locales.

Podría acusar el actual régimen a cargo de Peña Nieto que la crisis que ya se siente obedece a causales heredadas por el mal manejo de la anterior administración federal que encabezó el panista Felipe Calderón Hinojosa, ya que incluso Peña criticó acremente ello durante su campaña presidencial en el 2012 y se encargó junto con Videgaray de acentuar los señalamientos críticos al iniciar éste gobierno. Mas resulta que el encargado en gran parte de la responsabilidad durante el sexenio previo, fue el propio José Antonio Meade. ¿Y, como ahí qué decir al respecto?

El medio británico ‘The Economist’ no pudo ser más atinado con su famoso artículo titulado “El pantano mexicano” (The mexican morass) y rematando con la leyenda: “el presidente que no entiende, que no entiende” (A president who doesn’t get that he doesn’t get it). El presidente que no ha caído en cuenta que tiene una venda en los ojos que cada vez se hace más densa por el cúmulo de problemas sin resolver que siguen apareciendo en el país.

Por supuesto que la situación crítica en materia económica que aqueja a nuestro país afecta la imagen del actual titular de la SHCP y es claro que le resta simpatía popular, de ahí que se antoje bastante compleja ahora esa posible intención presidencial de impulsar al tal Meade como una carta preponderante en la carrera por la candidatura a la Presidencia de La República por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), para la elección a efectuarse el primer domingo de junio del 2018.

¿Sería por eso que El Presidente Peña Nieto sacó a Luis Videgaray de la SHCP amainándole descrédito para mantenerlo vivo como posible aspirante a sucederlo? ¿Es acaso el plan perverso y hasta cierto punto ‘inteligente’ urdido al alimón por Peña y su quizá aún ‘alter ego’ llamado Luis Videgaray?

El caso es que después de varios meses de inestabilidad creciente se acentuó la compra compulsiva de divisas, y ese exceso en la demanda de moneda extranjera suscitó un alto incremento del valor de las divisas internacionales frente a la débil moneda nacional, llegando el tipo de cambio a más de 20 pesos por cada dólar de Los Estados Unidos de América, lo que marca una nueva época histórica de incesante depreciación monetaria, ya que en lo que ha transcurrido del presente año el descenso del valor de nuestra moneda es de más del 22%. Hay que advertir que además nos flagela la abundante salida de nuestro territorio de capital de inversión, tanto el de origen nacional como el proveniente del extranjero, sin noticia clara aún sobre cuándo y cómo tocará fondo la situación socioeconómica y política del país, manifiesta ya en una crisis económica.

El factor primordial del colapso económico es la incertidumbre propia del momento que vive México con su tan endeble economía decadente, íntimamente ligada a los precios del petróleo, carente de diversificación de fuentes de ingresos y la consecuente falta de autosuficiencia global, que la hace sucumbir fácilmente, arrastrada a consecuencia de los embates provocados por las fluctuaciones del mercado mundial y los altibajos y ajustes ordinarios de las economías más fuertes del orbe que impactan al resto de las débiles estructuras financieras de los países que, como el nuestro, carecen de la solidez adecuada para soportar los oleajes de la intensa competencia económica internacional.

Pero no se puede señalar como causa toral de la crisis económica mexicana a los elementos externos, por más que además en esta ocasión esté impactando en demasía la incertidumbre por las posibles consecuencias negativas para Mexico del eventual triunfo del ultraradical patán y palurdo mercader neoyorquino sicofante de la política llamado Donald Trump, candidato del Partido Republicano, quien con su viperino y faccioso discurso antiinmigrante ha venido avanzando electoralmente y tiene muchas posibilidades de ganar la Presidencia del vecino país del norte en las elecciones del próximo día 8 de noviembre.

Ha quedado destrozada la previsión gubernamental de llegar a 2017 con un tipo de cambio situado en un máximo de 18.20 pesos frente al dólar, siendo ahora más evidente el error del gobierno federal por haber permanecido inerme ante la caída global de las economías dependientes del petróleo, sin prever opciones de contingencia.

A pesar que las remesas procedentes de los emigrantes que habitan el vecino país del norte hayan crecido 7.5% superando entre enero y septiembre los 17 mil millones de dólares, el gobierno de México no ha podido cumplir el ofrecimiento de lograr tasas anuales de crecimiento económico conforme a lo requerido, acorde a la creciente demográfica, quedando el país por debajo del 2% anual no obstante se presumía que las reformas estructurales aprobadas en 2013 harían que ese año México creciera a un índice mínimo de 3.5% y con un incremento anual de al menos 1% adicional. Al no lograrlo, de nada sirve nos informen jactanciosamente que han mantenido la inflación por debajo del 3%, pues no se ha podido hacer de México un país que atraiga mayor capital y esa decadencia en el flujo de inversión más el insuficiente crecimiento económico, disminuyen la creación de empleo y el índice de competitividad provocando menor calidad de vida y acendrando el de por sí ya grave nivel de pobreza en la población mexicana.

Siendo la fundamental fuente de ingreso gubernamental, la incesante caída del precio del petróleo crudo mexicano de exportación ha provocado drástica reducción financiera al Gobierno, obligándolo a incrementar precios de bienes y servicios que otorga el Estado y a realizar recurrentes recortes presupuestales, reduciendo importante nivel de flujo de recursos financieros federales a programas y proyectos para el desarrollo, en vez de recortar gasto administrativo y sobre todo el dedicado a asuntos superfluos, lo que ha causado severa disminución del insumo financiero presupuestal a las administraciones locales, generando atonía económica al dejar de pagárseles a muchos proveedores de bienes y servicios para los gobiernos. Estos empresarios a su vez, han dejado de cubrir su gasto básico, incluyendo salarios de sus empleados, creando así un caos microeconómico, incidiendo en mayor pobreza y el lógico incremento del índice delincuencial y la violencia.

Se ha abusado del endeudamiento público, pues la deuda ha subido 13 puntos porcentuales desde el inicio del mandato del Presidente Enrique Peña Nieto y ya supera el 50% del Producto Interno Bruto (PIB), cifra excesiva para un país con cerca del 50% de su población inmersa en pobreza y de ella más de la mitad apenas sobreviviendo en extrema pobreza.

La desconfianza está incentivándose y el peso la sufre, la posibilidad casi inminente de que La Reserva Federal aumente sus tipos de interés amenaza con disparar aún más la volatilidad financiera y prohijar el éxodo masivo de capital mexicano y extranjero hacia otras naciones.

A pesar de tener un número importante de miles de millones de dólares en reservas, se paga bastante por ellas dado que muchos créditos internacionales se han adquirido para ello, pero el dejar de pagar deuda interna está enfermando económicamente al País.

La falta de flujo de ingresos puede provocar problemas financieros para cubrir intereses y aportes comprometidos para solventar créditos, lo que ya está causando alerta en calificadoras internacionales que han advertido la posibilidad en cuanto a degradar la nota calificatoria de México, lo que sería muy peligroso al decrecer la confianza, depaurándose el país por la reducción de inversiones, causando mayor desempleo, pobreza, criminalidad y violencia. La necesidad de ingresos está propiciando que cada vez más personas decidan abandonar la ruta correcta en la honestidad y se sumen a las actividades ilícitas, incluyendo por supuesto las que se planean y operan por grupos del crimen organizado.

¿Qué sigue?, ¿Cómo sacar a México de este hundimiento donde lo han sumergido la corrupción, el crimen y la falta de organización y transparencia por parte de quienes ejercen las diversas funciones del poder público?

Se necesita una sociedad que deje la indiferencia y sea capaz de organizarse adecuadamente para, además de cuestionar, exigir, y además de pugnar por ‘salir del barranco’ superando el bajo nivel de la calidad de vida de la gran mayoría, se genere la unidad social necesaria para en la próxima oportunidad elegir mejor, pues México no tiene el presidente que requiere y para salir adelante urge alguien mejor.

@salvadorcosio1
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Periodista, resignado Atlista, enamorado de mi ciudad y de mi Estado. De L a V en punto de las 7am al aire @1070noticias http://bit.ly/oYJFU2