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Por: Salvador Cosío Gaona

La forma de actuar del patán y palurdo mercader neoyorquino sicofante de la política llamado Donald Trump, quien para infortunio del orbe es desde el 20 de enero de 2017 el Presidente de Los Estados Unidos de América,  enmarcada en el mesianismo autoritario, más allá de cambiar o matizarse, se ha acendrado, mostrando cada vez más elocuentemente su repudio y hasta incluso odio hacia México. Parece claro: es tiempo de revisar la relación de nuestra nación con el vecino país al norte.

En México se coincide con la opinión esgrimida por gobernantes y expertos en muchos países al percibirse que habrá un fuerte cambio en la política exterior de Los Estados Unidos de América y se va a extrañar al ahora ya exsecretario de Estado Rex Tillerson, quien recordemos fue despedido por el tal Trump de la manera más burda y grosera, a través de un simple mensaje de su cuenta de twitter, sin recibirlo para notificárselo o al menos agradecerle sus servicios habiendo sido uno de los personajes más importantes en la estrategia del equipo del payaso lenguaraz. Mas lo cierto es que la señal política del tal Trump estuvo siendo muy clara desde cuando le estuvo otorgando demasiada intervención en materia de política exterior a Mike Pompeo, que encabezaba la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y fue muy lógico que tras la remoción de Tillerson fue de inmediato designado como secretario de Estado, pues se había ya convertido en la voz más cercana al presidente en lo que se refiere a política internacional. Hay que advertir que el hoy ex titular de la CIA es más extremista en sus políticas populistas que Tillerson y seguramente habrá de buscar redefinir políticas en muchos temas clave entre ellos la relación bilateral con México.

Es de suponerse que la Cancillería mexicana se prepara para asumir que la nueva política del gobierno de Trump hacia México se endurecerá, siendo obvio que al ser Mike Pompeo muy cercano al tal Trump, coincide con sus ideas políticas.

Hay que recordar que entre el Gobierno federal mexicano que encabeza el Presidente Enrique Peña Nieto y el régimen que preside el tal Trump existen profundas discrepancias en el tema del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), en relación con la situación de los llamados dreamers, en cuanto a las deportaciones de mexicanos cada vez más agresivas; en relación con el narcotráfico frente al que México ha librado una guerra en la que mucho de su agigantamiento tiene origen en la cada vez mayor demanda de drogas proveniente del vecino país del norte, además de la gran diferencia en relación al absurdo muro.

Es importante advertir que debe ser motivo de revisión en la relación bilateral el tema de la colaboración en materia de seguridad, el que ha permitido a agentes del país vecino presencia y acción en el territorio nacional, al igual que hay que desarrollar una nueva política frente a la realidad de los ataques cibernéticos y el enorme tránsito por compra de armas en el pais al norte del nuestro, situación que prohija un severo impacto en la génesis y acento de la violencia que ocurre en México, siendo otra cuestión a revisar la política de México frente a la migración proveniente de Centroamérica hacia el pais vecino. Es evidente que la relación de México con Estados Unidos requiere una revisión integral que corresponda a las nuevas realidades y a la nueva política del gobierno con sede en Washington, frente a la cual el gobierno de México deberá decidir continuar, anular o rediseñar los acuerdos que considere pertinentes.

En cuanto a la necesaria revisión y la consecuente novación del esquema y el marco en que se basan actualmente las relaciones bilaterales entre México y los Estados Unidos de América, es cierto que los acontecimientos  que se han venido suscitando desde el transcurso de la campaña presidencial en 2016 ocurrida en el vecino país del norte y acentuadamente tras que inició el gobierno actual a cargo de Donald Trump, han prohijado demasiados problemas que implican ese impostergable ajuste.

La forma atrabiliaria en que se conduce como mandatario genera esa necesidad de ajuste, pero es importante establecer que deben procurarse formas nuevas que desemboquen en acuerdos alcanzables, partiendo de reconocer el problema, dejando muy claro que la relación bilateral de México con el vecino país del norte atraviesa un deterioro creciente y por ende es imperativo ese cambio que tienda a mejorar.

Lo cierto es que el tal Trump y el Presidente de México Enrique Peña Nieto, no se han podido reunir desde hace más de 14 meses; los dos últimos intentos han culminado en rotundos fracasos y provocando altísimos costos políticos, y en la búsqueda de atenuar la rispidez existente, no han sido fructíferos  los acercamientos del Secretario de Relaciones Exteriores con altos funcionarios de la Casa Blanca. Es de recordar esa llamada telefónica entre los dos presidentes que debió concluir abrupta y conflictuadamente, tras que se tocó de nuevo el tema del famoso muro entre fronteras que el tal Trump quiere hacer y que lo pague México y ello generó la cancelación de una visita oficial de Peña a Washington que apenas se había concertado. Después Peña recibió a Jarred Kushner el yerno y principal consejero de Trump y conversaron largamente sin que hasta ahora se haya dado información sobre los temas tratados.

México tiene que revisar a fondo su relación con el vecino país porque ha cambiado drásticamente, en forma y en fondo, la relación bilateral, a pesar del intenso trabajo realizado por el equipo negociador mexicano para el posible nuevo Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) encabezado por el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo Villarreal, no obstante que en el país vecino las cámaras empresariales apoyan el Tratado Trilateral  y que gobernadores de varios estados han expresado que el cambio o fin del TLCAN tendría un fuerte impacto en contra de su economía.

Es de llamar la atención que recientemente 10 respetados y afamados militares de la Fuerzas Armadas del país vecino enviaron una carta a Trump en la que le piden se mantenga el TLCAN para preservar la cooperación que permite enfrentar mejor los problemas comunes trilaterales y expresaron: “Sin el TLCAN, la cooperación con nuestros vecinos de América del Norte será menos probable, lo que debilitará nuestra capacidad para enfrentar los desafíos de la seguridad. Mientras se negocia el TLCAN, lo motivamos  a fortalecer el compromiso de nuestra nación con el acuerdo mismo. El TLCAN es mucho más que un acuerdo comercial: es un aspecto clave de nuestra seguridad nacional. El TLCAN “ha establecido un marco de confianza entre los tres integrantes, llevando a una colaboración cercana que permite atacar una gama de preocupaciones, incluyendo el tráfico de drogas, terrorismo, ciberseguridad, crimen organizado y migración. Consideramos que estos problemas son regionales y por tanto requieren una respuesta del bloque de los tres países”. Habrá que seguir los ajustes que se impongan a la relación bilateral por parte de México y la reacción del tal Trump.

@salvadorcosio1
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Periodista, resignado Atlista, enamorado de mi ciudad y de mi Estado. De L a V en punto de las 7am al aire @1070noticias http://bit.ly/oYJFU2