La resaca de la iniciativa disidente del 15N, neutralizada por el despliegue de las fuerzas de seguridad, embebe a un país en el que la polarización y las causas políticas, económicas y sociales de la frustrada protesta siguen igual de presentes.
El Gobierno cubano, que no autorizó la marcha, desactivó la protesta con un inusual despliegue policial en las principales ciudades, mítines de repudio, detenciones de opositores y bloqueos en las casas de activistas y periodistas independientes.