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Crisis del Consumo Informativo: Entre Agotamiento, Desconfianza y la Necesidad de un Cambio

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Por: Yuri Guzmán

En la era digital, estar informado es fundamental para la participación ciudadana, la toma de decisiones y la comprensión del mundo que nos rodea. Sin embargo, en los últimos años existe tendencia preocupante: muchas personas están optando por evitar las noticias, motivadas por una combinación de factores que afectan tanto su bienestar emocional como la percepción de credibilidad de los medios tradicionales.

El consumo excesivo de noticias, especialmente aquellas con una carga negativa, ha generado un fenómeno conocido como fatiga informativa. Estudios indican que en Estados Unidos, aproximadamente el 60% de los adultos reportan sentir agotamiento por la cantidad de información que reciben diariamente (Pew Research Center, 2022). La sobreexposición a noticias sensacionalistas, que suelen centrarse en conflictos, desastres o crisis económicas, contribuye a sentimientos de desesperanza y desánimo. Además, la percepción de que los medios están sesgados o manipulados ha erosionado la confianza pública. Según una encuesta de Gallup (2023), solo el 29% de los estadounidenses confía en los medios de comunicación tradicionales, una cifra que refleja un desencanto profundo y una búsqueda de fuentes más confiables o alternativas. Los datos en México andan por los mismos niveles.

Impacto en la Salud Mental

El consumo constante de noticias negativas no solo es un problema de información, sino también de salud mental. La exposición prolongada a contenidos alarmantes puede aumentar niveles de ansiedad, depresión y estrés, especialmente en poblaciones vulnerables.

Un estudio realizado por la Universidad de Harvard en 2021 encontró que las personas que consumen noticias con mayor frecuencia presentan niveles significativamente superiores de cortisol, la hormona del estrés. La sensación de impotencia, cuando las noticias parecen ofrecer solo problemas sin soluciones claras, refuerza esta situación, generando un círculo vicioso que puede afectar la calidad de vida y el bienestar emocional.

Cambio en los Hábitos de Consumo

Frente al escenario ya descrito, muchas personas optan por reducir su exposición a las noticias. La búsqueda de equilibrio emocional ha llevado a un consumo selectivo, priorizando contenidos positivos o centrados en soluciones. Además, la preferencia por formatos rápidos, visuales y accesibles —como videos cortos en redes sociales— ha transformado la manera en que la sociedad se informa.

Un informe de Statista (2023) revela que el 67% de los usuarios de redes sociales en América Latina prefiere contenidos en formato de video corto, en contraste con los medios tradicionales como periódicos o noticieros televisivos.

Parcialidad y Desinformación

La proliferación de noticias falsas y la percepción de parcialidad en los medios tradicionales aumentan la desconfianza y el escepticismo. La desinformación, facilitada por las redes sociales y algoritmos que favorecen contenidos sensacionalistas, socava la credibilidad de la información veraz. Según un estudio de la Universidad de Oxford (2022), cerca del 70% de los usuarios en línea han encontrado noticias falsas en su feed, lo que contribuye a la confusión y al rechazo hacia los medios convencionales.

Otro factor que contribuye a que la gente evite las noticias es la percepción de que estas no ofrecen soluciones prácticas, y que, en lugar de promover el cambio, generan una sensación de impotencia. La narrativa centrada en los problemas, sin un enfoque en las acciones posibles, puede desmotivar e incluso fomentar la apatía política y social. La participación activa requiere, entre otras cosas, una información que empodere y motive a la acción, algo que, en muchas ocasiones, parece faltar en los contenidos actuales.

La Importancia de Estar Informados

A pesar de estas dificultades, estar bien informados sigue siendo crucial. La información precisa y contextualizada permite a las personas tomar decisiones conscientes, comprender mejor los fenómenos globales y participar en debates y procesos democráticos.

La desinformación y el silencio informativo, por el contrario, favorecen la manipulación y la marginalización de voces críticas. Además, un ciudadano informado puede identificar riesgos, prevenir fraudes y adaptarse a los cambios sociales y tecnológicos.

Responsabilidades de los Medios

Los medios de comunicación tienen una responsabilidad ética en la construcción de una ciudadanía informada y comprometida. La veracidad, la diversidad, la contextualización y la transparencia deben ser sus pilares. Sin embargo, el alarmismo, el sensacionalismo y la falta de ética han contribuido a la pérdida de confianza. Como periodista que monitorea medios, puedo decir que, en algunos días, la saturación de notas alarmantes genera una sensación de agotamiento y desánimo, incluso en quienes trabajamos en el sector.

La autorregulación, la búsqueda de contenidos equilibrados y el compromiso social son necesarios para revertir esta tendencia.

Insistamos pues, la tendencia a evitar las noticias por parte del público no es solo una cuestión de pereza o desinterés, sino una respuesta a un entorno informativo saturado, sesgado y emocionalmente agotador. Para recuperar la confianza y promover una ciudadanía activa y crítica, los medios deben asumir su responsabilidad social, priorizar la veracidad y ofrecer contenidos que, además de informar, inspiren y empoderen. Solo así será posible transformar el consumo mediático en una herramienta de bienestar social y desarrollo colectivo, en lugar de un factor que contribuya a la apatía y la desinformación.

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