Por: Lucy Pérez Camarena
Hoy volvimos a escuchar largos discursos, anuncios de nuevas acciones y un sinfín de personajes decir que apoyan la causa de las mujeres y que están en contra de toda forma de violencia contra nosotras.
Escuchamos estremecedores testimonios y más de alguna mujer, en silencio solloza, temerosa de que alguien se entere por los terribles momentos que atraviesa, con tal angustia que la paraliza y no le permite denunciar por miedo no solo de seguir padeciendo los tormentos de su victimario, sino por riesgo a perder su vida.
Lamentablemente en todos los estratos sociales y de las formas más crueles, muchas mujeres siguen siendo humilladas, pisoteadas y siendo receptoras de violencia física, verbal, psicológica, patrimonial.
Pueden ser esposas, novias, madres, hijas. Mujeres que han sido atrapadas por la delincuencia organizada. Pueden estar muy cerca de nosotras/os y no nos percatamos de ello.
Todo lo que se ha invertido en fortalecer una cultura libre de violencia, los mecanismos, leyes y organismos que se han destinado para erradicar este flagelo, siguen sin dar aun los frutos necesarios. Es lamentable conocer y escuchar historias de formas y circunstancias que uno pensaría escapan de la mente más perversa y sin embargo, hoy día nuestra niñas y mujeres jóvenes se encuentran al acecho de seres inhumanos que atentan de manera terrible contra su integridad y existencia.
No solo debemos conmemorar el día internacional de la erradicación de la violencia contra las mujeres, sino que todos los días desde nuestras trincheras, es preciso fortalecer acciones encaminadas a fomentar una cultura de paz en nuestra sociedad.
En la familia debemos seguir inculcando valores, el respeto a la vida humana en todas sus formas y encontrar maneras de resolver pacíficamente nuestras diferencias. El ejemplo como padres es fundamental para lograrlo. Además de apostar por modelos que en el ámbito educativo enseñen a nuestras niñas, niños y jóvenes a encontrar mecanismos para relacionarse adecuadamente.
Es importante promover los derechos de las audiencias en los medios de comunicación, pues hoy en día en gran parte la violencia que se vive es el reflejo de lo que observamos en series, películas y contenido que fomentan la cultura machista y exacerban la violencia en múltiples expresiones, influyendo de manera contundente en las nuevas generaciones, quienes están expuestas a este tipo de contenidos.
No debemos permitir que se normalice la violencia y se naturalice en nuestra vida cotidiana. Hoy, en memoria de todas las mujeres y niñas que han perdido su vida a causa de la violencia feminicida, es preciso levantar la voz y unirla en un solo clamor de justicia para que nunca más una mujer muera a causa de este flagelo social que lastima y enluta a muchas familias en nuestro país.
