Colombia enfrenta una alarmante crisis de salud pública tras el anuncio del presidente Gustavo Petro sobre la declaración de emergencia sanitaria y económica debido a un brote de fiebre amarilla que ha cobrado la vida de al menos 32 personas. La enfermedad, transmitida por el mosquito Aedes Aegypti, ha mostrado un preocupante aumento en el número de casos, especialmente en la región del Tolima, donde se han confirmado 57 infecciones.
A través de un mensaje en la red social X, el presidente Petro destacó la gravedad de la situación, haciendo énfasis en la alta tasa de mortalidad del virus, que alcanza el 50%. La Gobernación de Tolima, epicentro del brote, había declarado previamente un estado de desastre sanitario, evidenciando la rápida propagación de la enfermedad, que el año pasado reportó solo 13 casos en la región.
Ante la proximidad de la Semana Santa, el mandatario instó a los ciudadanos a evitar viajar a zonas de alta incidencia de fiebre amarilla, especialmente en la zona cafetera del país. “El virus solo es transmisible por el mosquito y ya existe una vacuna”, afirmó Petro, señalando que la crisis climática ha facilitado la expansión del mosquito a áreas antes no afectadas, incluyendo la capital, Bogotá.
Aunque el presidente no proporcionó detalles específicos sobre las medidas a implementarse mediante los decretos de emergencia, expresó su confianza en que, con acciones rápidas en la inoculación y distribución de vacunas, el número de víctimas podría ser “muy pequeño”.
Las autoridades de salud se encuentran en alerta máxima mientras se preparan para enfrentar este desafío sanitario, que no solo representa un riesgo para la salud pública, sino que también podría tener repercusiones económicas significativas en el país. La situación sigue en desarrollo y se espera que se emitan más detalles sobre las estrategias que se implementarán para contener el brote.
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