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#CHISPAZO La sucesión adelantada nadie la para

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Por: Felipe Guerrero Bojórquez

Los vacíos se llenan, y en Sinaloa la falta de liderazgo oficial ha determinado que la sucesión por la gubernatura se adelante, o que el sexenio se haya agotado pasados apenas los tres años. 

No se trata hoy de si los que aspiran son los mejores o no; si son de tal o cual partido; se trata de un ánimo social anticipado que busca desde ahora que en Sinaloa no se repita lo que hoy la sociedad padece. Ese es el punto. Y es justamente esta realidad, esta ansiedad social la que también ha permeado en la conducta de quienes se sienten con méritos para establecer, o recuperar,  una relación más sensible y respetuosa con los ciudadanos desde el gobierno. 

Por eso, sobre todo en Sinaloa, se sienten mucho los aires adelantados de la sucesión. No solo los opositores al régimen perciben y reciben a diario las quejas ciudadanas, sino que algunos liderazgos de MORENA han marcado distancia de la manera en que el Dr. Rubén Rocha ha gobernado el estado. Solo que hasta hoy han guardado prudencia ante una de las características de este régimen: La intolerancia a la crítica, la descalificación pública  y la imposición a la hora de tomar decisiones políticas y administrativas. 

En MORENA, no solo en las corrientes que se mueven en el ámbito federal, identificadas con la presidenta Claudia Sheinbaum, sino en no pocos militantes de Sinaloa, la inconformidad campea por la forma en que se han definido las candidaturas a puestos de elección popular y asignado las responsabilidades públicas, donde han prevalecidos los afectos, la relación familiar, el amiguismo, los compadrazgos, el influyentismo y los compromisos con grupos de poder. Ellos mismo lo dicen: Ni en los tiempos del viejo PRI existía tanta concentración de poder. Eso explica la conducta nada demócrata del regaño público, del tono impositivo y la imprudencia de quien debería, en su investidura, generar confianza.

También explica que los municipios hayan perdido la relativa autonomía que tenían y en los que se ha impuesto a funcionarios enviados desde el centro del estado o desde otros puntos del país, de suyo ajenos a las necesidades de la comunidad. Una burla, porque no solo ignoran la idiosincrasia de la gente, la historia del desarrollo comunitario,  sino que obedecen órdenes de quienes ahí los impusieron. Eso indigna no únicamente a la militancia, sino a los ciudadanos en general. Por supuesto, eso también implica la asfixia económica, la entrega de la obra pública a los amigos y recomendados, el saqueo financiero y en consecuencia la corrupción. Y esta historia se repite en casi todos los municipios de Sinaloa. Por lo tanto, la percepción de lo que ocurre es generalizada, sin contar la mezcla de miedo, de coraje, descontento y frustración por el tema de la violencia y la incapacidad terrible para enfrentarla. 

Lo mismo ocurre con todos los sectores productivos y sociales, sus integrantes y líderes, marginados de las políticas públicas para el desarrollo: Agricultores, ganaderos, pescadores, industriales, comerciantes, profesionistas, constructores etc. , quienes nunca se habían enfrentado a un régimen tan proclive a confundir el crecimiento de la riqueza social con la pobreza histórica. Una cosa es pensar en programas  públicos para combatir a fondo a la pobreza, y otra lo es que, en aras de ello, se obstaculice la potencial producción de nuestros recursos naturales y de servicios, para el fortalecimiento de nuestro bienestar social en general. 

Todo lo anterior ha creado un ambiente de incertidumbre, pero también de esperanza de que Sinaloa vuelva al sendero del progreso cuando este gobierno pase a retirarse formalmente, no importa para algunos si repite MORENA o gana un opositor, porque consideran que quien llegue no podrá ser tan peor que el que se va. Y este ánimo ya está instalado, al igual que la expectativa, sobre todo para muchos militantes y simpatizantes del partido guinda, de que no quede en manos del gobernador Rocha la decisión de las candidaturas. 

Es decir, para muchos iniciadores del movimiento obradorista, y para las y los que provienen de aquella izquierda de buena fe y principios, en Sinaloa no ha gobernado la Cuarta Transformación, sino una serie de personajes que paradójicamente siempre fueron enemigos de las ideas progresistas, ajenos a la construcción de un proyecto que ahora margina a luchadores históricos y fundadores de la 4T.  

Igual, los opositores partidistas al régimen se mueven. Saben que es la mejor manera de avanzar en una coyuntura favorable para sus propósitos electorales. Saben también que una buena estrategia de alianzas entre partidos y ciudadanos los acerca a la posibilidad de ganar o recuperar posiciones. No hay duda, la sucesión adelantada en Sinaloa ya nadie la para.

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