Las autoridades chinas han llevado a cabo la ejecución de Xu Jiajin y Fan Weiqu, condenados por crímenes atroces que dejaron un saldo devastador de muertes y heridos. Fan fue responsable de un atropello masivo en Zhuhai, donde embistió deliberadamente a un grupo de personas, causando 35 muertes y 43 heridos.
El tribunal consideró que sus acciones fueron «extremadamente viles» y causaron un daño extraordinario a la sociedad. Este caso ha despertado debates sobre la creciente violencia en espacios públicos en China, donde los ataques indiscriminados se han vuelto más comunes.
Xu, por su parte, fue condenado por un ataque con cuchillo en un centro de formación profesional, donde ocho personas perdieron la vida y otras 17 resultaron heridas. Su motivación se vinculó a frustraciones personales y laborales, lo que ha llevado a investigaciones sobre el contexto social que propicia tales actos.
La escalofriante tendencia de crímenes masivos en China pone de relieve la necesidad de un mayor enfoque en la salud mental y la intervención social para prevenir futuros incidentes. Mientras tanto, el uso de la pena de muerte continúa siendo un tema controversial en el debate sobre la justicia y el castigo en el país.
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