Este 19 de febrero se conmemoran 39 años desde el lanzamiento del primer módulo de la estación espacial Mir, un hito en la historia de la exploración espacial y un símbolo de la cooperación internacional. Inaugurada en 1986, Mir, que significa «paz» en ruso, se convirtió en la primera estación espacial habitada de manera permanente y fue el resultado del ambicioso programa espacial soviético.
A pesar de que su vida útil inicial estaba programada para cinco años, la estación operó durante un impresionante período de 13 años. Durante este tiempo, Mir se convirtió en un punto de encuentro para cosmonautas y astronautas de 12 países, promoviendo la colaboración internacional en la investigación científica. La estación fue ensamblada en órbita a través de la conexión sucesiva de distintos módulos, lanzados uno a uno desde 1986 hasta 1996, y orbitaba la Tierra a una altitud entre 300 y 400 kilómetros, completando una vuelta en menos de dos horas.
Mir no solo fue un hogar para 125 exploradores espaciales, sino que también sirvió como un laboratorio de pruebas para experimentos científicos y observaciones astronómicas, estableciendo récords de permanencia humana en el espacio. Con una masa de entre 130 y 140 toneladas, comparable a la mitad de un avión de pasajeros Boeing 747, la estación fue un testimonio del ingenio humano y la capacidad de superar desafíos.
Sin embargo, tras un incendio en febrero de 1997, Mir comenzó a mostrar signos de desgaste y obsolescencia, enfrentándose a una serie de fallos técnicos que llevaron a su eventual desorbitación. Finalmente, el 23 de marzo de 2001, la estación fue destruida de forma controlada, precipitándose sobre el Océano Pacífico, marcando el fin de una era en la exploración espacial.
La historia de Mir sigue siendo un recordatorio del potencial de la cooperación internacional en la ciencia y la exploración, y su legado perdura en la memoria colectiva de la humanidad.
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