Carlos Rivera es de los que cree que los sueños pueden hacerse realidad y por eso contactó a sus máximos ídolos para ver si querían cantar con él. El rotundo «sí» se convirtió en el disco «Leyendas», que hizo con «lágrimas de alegría y de dolor», explicó el cantante mexicano en entrevista con Efe.
Las lágrimas fueron de emoción, agradecimiento y tristeza. Cuando el pequeño Carlos oía las canciones favoritas de su madre, mientras recorrían las calles de su ciudad de Huamantla, situada a 165 kilómetros al suroeste de la Ciudad de México soñaba con cantar con los grandes.