Por: Carlos Carrizales
Al cantante jamaicano Bob Marley se le atribuye la frase «Algunas personas sienten la lluvia, otras simplemente se mojan». Personalmente, es mi época favorita y quizá sea un cliché, pero en definitiva, la lluvia trae consigo una semántica de emociones: desde el sonido relajante que varía de compases (aunque nunca será en 4/4) hasta la frustración de quedarse atrapado en el carro debido a que alguien creyó que manejar normal con el pavimento era buena idea, lo que nos llevaría a aporrear el volante como si fuera una tarola durante una canción de heavy metal o similares.
No obstante, la lluvia trae consigo siempre un dejo de nostalgia: aquellos recuerdos que salen a flote cuando uno está ensimismado en sus pensamientos y no tiene más compañía que una bebida caliente y alguna canción triste de fondo (en este momento se me ocurre que estaría escuchando algo como All by myself de Eric Carmen) pero la misma precipitación del agua, nos hace compañía en ese espacio.
Un fenómeno curioso es que la lluvia está presente no solo en la temporada sino dentro de la misma ausencia: en los tiempos de sequía se vuelve un anhelo tan fuerte que hasta lastima la falta de ella (si no me creen, pregúntenle a Phil Collins por qué compuso I wish it would rain down), además de miles de obras que la llevan entre alegorías y ornamentos y es que algo es innegable: la lluvia es una fuente de inspiración, desde lo más simple como canta Creedence Clearwater Revival en Have you ever seen the rain hasta la bendición de la misma que hace Toto al cantar Africa, o ya de plano, aquella relación que ya murió al sentir los besos fríos como la lluvia.
Pero no toda corriente es buena ya que también sirvió para dar una vuelta de tuerca al concepto y es cuando nos encontramos con Raining blood del grupo de thrash metal, Slayer, en donde combinan la brutalidad de la temática como crítica al concepto de la religión, con la rapidez de esta rama del heavy metal. El resultado es tremendo y fue parteaguas, la canción y el disco en el que la publicaron en 1986, para gestar más sub-géneros, estilos y progresiones.
El ambiente provocado es propicio para la creación sobre todo en lugares donde es abundante, constante y hasta limitante. Los grupos británicos dan fe y legalidad de ello, ya que de los que existen, o al menos los más famosos, tienen al menos una canción en la que la mencionan, ya sea de forma literal o en sentido figurado (The Who hizo una metáfora existencialista muy interesante con Love reing o’er me).
Y no solo del otro lado del charco surgió este fenómeno, al norte de la costa oeste, para ser más exactos, en la ciudad de Seattle del estado de Washington, a principios de la última década del siglo y milenio pasado, surgió uno de los últimos movimientos sociales/musicales importantes y fugaces: el grunge, en el que hubo proliferación de grupos, siendo Nirvana el principal exponente y detrás de este, Pearl Jam (mi conjunto favorito, por cierto), Soundgarden y Alice in Chains.
Todos estos abrazaron al ambiente para dedicarse a componer, experimentar y fraguarse en un solo elemento, tanto esperanzador como doloroso y autodestructivo (y aquí es donde entrarían los primeros acordes desesperados de Rain when I die de Alice in Chains, con la voz de Layne Staley quien lidiaba con más demonios que el propio infierno).
La música y la lluvia serán siempre dos sucesos que tendremos presentes, tanto en una empapada descomunal (que nos haría sentir como El rey de la lluvia aunque no precisamente como lo cantan los Counting Crows) o en la carencia y deseo de la misma.
Disfrutemos lo que queda del temporal y si van por la Avenida López Mateos, por favor, bájenle a la velocidad o si no serán como la gata bajo la lluvia.
Hasta la próxima canción.
Recomendación musical de la semana:
Artista: La Barranca
Canción: Llueve
Álbum: Rueda de los tiempos
Género/Estilo: Rock alternativo
Año: 2000
Enlace: https://open.spotify.com/track/0zsaFlsKjO9kKZlA4CuBQF?si=PdOraVr_SN-OnyPmDplXCA&utm_source=copy-link
