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Barca sin Remos

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Por: Jaime Castillo Copado

De alertas y cosas peores

El horno no está para bollos, es la expresión comúnmente utilizada para referirse a una situación difícil cuyo entorno se complica cada vez más. Parafraseando, el país no está para bollos, ni Puerto Vallarta tampoco. En México existe incluso un Registro Nacional de Personas Extraviadas o Desaparecidas (RNPED), dependiente de la Secretaría de Gobernación, y que en breve se convertirá en la Comisión Nacional de Búsqueda (CNB), de cuyos expedientes algunos medios dan cuenta de la desaparición de una persona cada 90 minutos (‪animalpolítico.com‬).

En los últimos diez años, al igual que a lo largo y ancho de nuestro país, la Costa Norte de Jalisco ha sido escenario de algunas desapariciones de personas, que a pesar de ser esporádicas, resultan sin duda igual de dolorosas para las familias que se quedaron esperando la llegada de alguno de sus integrantes.

En Puerto Vallarta, por ejemplo, existen casos muy sonados de personas que desaparecieron sin dejar huella, hombres y mujeres por igual, algunos muy sonados como el de la bailarina Érika Cueto y quien fuera regidor en funciones Humberto Gómez Arévalo. De esto hace ya más de tres años.

Ya en fechas más recientes, un nuevo caso acaparó la atención de la gente de Puerto Vallarta, por tratarse de una persona muy joven, que salió un domingo de casa, dejando a una pequeña bebé en manos de su esposo, con quien aparentemente acababa de discutir. Se trata de Daniela Vargas Ledezma, una jovencita de apenas veinticuatro años de edad, de quien sus familiares reportaron su ausencia desde hace ya una semana, sin que exista rastro alguno acerca de su paradero y que obligó a las autoridades a emitir la llamada Alerta Alba, con fines de su localización.

Lo que para desgracia e inconveniente del propósito del llamado de las autoridades le ha dado al traste con la difusión de su extravío, fue la cadena de noticias falsas que comenzaron a manejarse por internet al cabo de su desaparición, con un mosaico de historias inventadas y multiplicadas con oscuros fines de confusión y desinformación, en el más bondadoso de los casos, que bien podrían traducirse incluso en un intento de complot dirigido a las autoridades municipales.

Una sarta de tonterías que produjeron la psicosis entre los más chismosos de las redes, que multiplicaron versiones acerca de una supuesta ola de persecuciones y desapariciones enfocadas a las mujeres que “caminan solas”, a quienes evidentemente se les trató de infundir temor.

Versiones que no hicieron sino complicar la búsqueda real de las personas desaparecidas, versiones que no ayudan, que tergiversan y que trastocan al colectivo. Y es que como decíamos, el horno no está para bollos.

Acaso lo único que debe pedirse a las autoridades es que los desaparecidos no pasen al terreno del olvido. Y por supuesto, con la esperanza de que en las familias al término de cada día, no falte nadie más.

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