Redacción
En un contexto donde las cifras oficiales muestran una aparente tendencia a la baja en los homicidios, la realidad en el terrain sigue siendo devastadora y alarmante. En Sinaloa, más 30 personas fueron víctimas de la violencia en un solo mes, una cifra que evidencia que la violencia no da tregua y que las estadísticas oficiales, aunque muestran mejoras en algunos estados, no reflejan la magnitud y la crudeza de la problemática que enfrenta el país.
Mientras la Secretaría Ejecutiva del Sistema Nacional de Seguridad Pública, Marcela Figueroa, presenta un reporte que indica una disminución del 24.5% en los homicidios dolosos en los primeros nueve meses de 2025 en comparación con el mismo periodo de 2024, las cifras concretas en diferentes regiones del país contrastan con estos números optimistas. La realidad cotidiana está marcada por hechos violentos que dejan a comunidades enteras en shock.
Por ejemplo, en Guanajuato, durante una fiesta patronal, al menos 10 personas fueron asesinadas en un ataque que evidencia cómo la violencia se ha instalado en la vida social y cultural del estado. Estos hechos dejan en evidencia que las cifras nacionales, que muestran una reducción en general, no reflejan la situación en muchas localidades donde la violencia sigue siendo imparable.
En el estado de Sinaloa, que en junio pasado concentró el 10.5% del total de homicidios a nivel nacional, la situación es particularmente grave. La presencia de grupos criminales y la lucha por el control del territorio continúan dejando saldo de muerte y miedo. La misma tendencia se repite en otras entidades como Guanajuato, Baja California, Chihuahua y el Estado de México, que en conjunto concentran más de la mitad de los homicidios del país en el primer semestre de 2025.
Es importante señalar que, aunque las cifras oficiales indican una reducción en el promedio diario de homicidios, la realidad en las calles y en las comunidades vulnerables muestra un panorama mucho más sombrío. Casos como el asesinato de una madre con sus dos hijas en Sinaloa, o la masacre en Guanajuato, donde decenas de vidas son segadas sin piedad, reflejan una violencia que se ha normalizado y que avanza sin control.
Expertos advierten que las políticas de seguridad y las cifras oficiales no alcanzan a captar la magnitud de la crisis. La impunidad, la presencia de grupos armados y la falta de una estrategia efectiva siguen alimentando un ciclo de violencia que golpea duramente a las familias mexicanas. Mientras tanto, las autoridades parecen centrarse en los números y en la percepción de una mejora que no llega a las comunidades afectadas.
En conclusión, aunque los informes oficiales muestran un panorama de avances en algunas regiones, la realidad de la violencia en México es mucho más compleja y preocupante. La cantidad de muertes diarias, la inseguridad en eventos sociales y la brutalidad con la que operan las organizaciones criminales ponen en duda la efectividad de las estrategias actuales y demandan una respuesta real y contundente para detener esta ola de violencia que no da tregua.