En un lamentable episodio, la Catedral de Guadalajara sufrió actos de vandalismo el pasado 8 de marzo, coincidiendo con las manifestaciones por el Día Internacional de la Mujer. Este emblemático edificio, símbolo del patrimonio cultural y religioso de la ciudad, fue objeto de daños que han sido calificados como inaceptables por diversas organizaciones y ciudadanos.
La manifestación, que buscaba visibilizar la lucha por los derechos de las mujeres, es reconocida como un derecho fundamental; sin embargo, los actos de destrucción perpetrados durante la misma han suscitado una ola de indignación. Las autoridades locales han sido criticadas por su falta de previsión en la protección de la Catedral, a pesar de las solicitudes previas para resguardar el lugar. Según se informó, la respuesta del Gobierno del Estado se limitó a la instalación de vallas sin la presencia de personal de seguridad, dejando al edificio expuesto a posibles agresiones.
No es la primera vez que la Catedral enfrenta vandalismo, pero lo ocurrido recientemente se distingue por su gravedad y por el impacto que tiene en la comunidad. La situación plantea un urgente llamado a las autoridades para que se tomen medidas más efectivas y para que se aplique la ley con rigor ante actos que, si bien pueden surgir de un contexto de protesta, no pueden justificarse bajo ningún concepto.
En medio de un clima de creciente tensión social, es fundamental encontrar un equilibrio entre el derecho a la manifestación y el respeto por el patrimonio cultural que enriquece la identidad de Guadalajara. La comunidad espera que se tomen acciones decididas para prevenir futuros incidentes y para fomentar un diálogo constructivo que respete tanto las demandas sociales como el legado histórico de la ciudad.
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