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Aprender en cabeza ajena

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Por: José Plascencia Casillas

Conforme veo cómo han padecido habitantes de cientos de colonias en la Ciudad de México y el Estado de México, por la falta de agua como consecuencia de los trabajos de mantenimiento que se realizan en el Sistema Hídrico Cutzamala, no puedo pasar por alto la enorme necesidad de que se agilice y concrete la construcción de un segundo Acueducto Chapala-Guadalajara.

El riesgo de que en cualquier momento Guadalajara se quede sin agua es siempre latente. Depender de un solo acueducto, que puede presentar fugas por grietas o verse en algún momento colapsado, es sumamente arriesgado.

A la fecha, el 58% de los habitantes de Guadalajara depende del Lago de Chapala en lo que a consumo de agua se refiere. Y ese líquido llega vía el acueducto en referencia.

Se entienden los argumentos de algunos grupos que se oponen a la construcción de un segundo acueducto, aduciendo que se podría caer en la tentación de extraer al lago más agua de la que es debido y está permitido. Pero esos argumentos no son suficientes junto al riesgo que la pasividad puede traer consigo.

Se imaginan qué sucedería si el acueducto presentara un daño grave que lo dejara inoperante?

Cómo se podría sortear la emergencia?

Cómo se haría para dotar de agua a más de la mitad de los habitantes en la capital de Jalisco?

El argumento de que podrían haber excesos en la extracción de agua a Chapala, insisto, es insuficiente. En todo caso, habríamos todos que mantenernos vigilantes para que no ocurriera.

Más aún, durante mucho tiempo al lago se le ha extraído menos de lo permitido por falta de capacidad del acueducto. Existe un permiso de extracción de 240 millones de metros cúbicos anuales, sin embargo el actual acueducto transporta un máximo de 180 Mm3/a.

El segundo acueducto ayudaría, sí, para traer un poco más de agua, pero no es siquiera lo más importante. Resulta necesario para alternar ambos ductos en su uso. Para permitir el mantenimiento y reparación del ya existente, cuya construcción inició en 1984, durante el gobierno de Enrique Álvarez del Castillo y concluyó en 1991.

Otro “candado” que impediría excederse en la extracción, es que si hubiesen dos acueductos y ambos operaran a toda su capacidad, los tanques se verían rebasados y terminarían por estropearse.

Esperemos que las autoridades entrantes, tanto federales como estatales, le den la importancia que merece el tema y que la sociedad toda entienda también la relevancia. Que no nos quedemos solo en el romanticismo o en una a veces malentendida defensa. Que podamos dialogar y llegar a acuerdos, sin caer en posturas radicales. Evitando también, por supuesto, excesos o sobre explotación que por igual lamentaríamos.

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