Por: Pablo Quiroz Zepeda
@PabloQZepeda
Francia se convirtió en el campeón del mundo de Rusia 2018 y nos da mucho gusto. Francia se recupera de muchas tensiones y creo, estimado lector, que esta es una señal de muchas que demuestran que los galos tienen retos deportivos y de otra índole, pero les gusta salir adelante.
Muchos arremeten contra Francia por las injusticias que se cometieron a través de poderes monárquicos, imperiales, colonialistas y racistas a lo largo de su historia; sin embargo, en Francia cuenta más lo positivo que lo negativo en la era moderna. Y no es fácil, Francia es muy diverso y plural en su sociedad. Que en México creamos que Francia es como lo muestran los filmes “Hollywoodenses” no tiene nada que ver con su realidad. Desde luego a los mexicanos nos pasa lo mismo.
Varios de los seleccionados franceses de fútbol como de otros deportes en los que ese país destaca no deberían de ser señalados por “no parecer franceses” (idea bastante errónea).
Pero entonces ¿cómo es un francés? O ¿Porqué el debate? Bueno, el tema es meramente llevado desde la ignorancia y es que si recorremos las calles de Paris (solo por dar un ejemplo, porque Francia no es únicamente la Ile de France) vemos franceses, quienes han sido educados, han trabajado y han empoderado a la sociedad de todos los rasgos faciales y étnicos que uno pudiera imaginar. Son personas que no tendrían que ser señaladas como ciudadanos de segunda, ni mucho menos por creer despectivamente que siempre estarán sometidos a menos oportunidades y que su esfuerzo debe de ser mayor que los demás, derivado de un prejuicio. Ese es el mismo argumento que tenemos en la sociedad mexicana de muchos individuos, ¿no lo cree?
De manera lamentable leía hace 2 años en un diario español que Francia no funcionaba por su multiculturalismo, remarcando que debido a la existencia de entre cinco y seis millones de musulmanes y otros tres o cuatro millones de raza negra el país vecino del norte de España dejaba de tener una identidad “francesa” y un peso electoral que cada vez más impactaría en los comicios para elegir a representantes locales, provinciales y nacionales. Ante ese argumento absurdo, lo único que pude pensar es que Francia ha sido multicultural desde su creación y que sus comunidades musulmanas fueron hasta combatientes expedicionarios en tierras mexicanas en tiempos de Maximiliano de Habsburgo.
Solamente por mencionar a los “señalados” del párrafo anterior, le recomiendo que puedan acercarse más a la vida de grandes personalidades, como: Si Kaddour Benghabri, fundador de la Gran Mezquita de París y galardonado con la Gran Cruz de la Legión de Honor por apoyar a la Resistencia Francesa y salvar a cientos de niños judíos en la Segunda Guerra Mundial; también a Louis-Georges Tin, doctor en letras, reconocido académico de ciencias sociales y de la lucha contra la homofobia; y desde luego a la gran novelista Marie NDiaye, quien ganó en el 2009 el más emblemático galardón de la literatura francesa, el Goncourt, por su obra “Trois femmes puissantes” (Tres mujeres poderosas), y que por su completa descripción del ambiente social y psicológico desde la individualidad del ser humano hasta lo colectivo, nos detalla muchos aspectos de los cuales seguramente nos quedan dudas de la sociedad francesa y de su integración.
Francia se recupera de varios atentados terroristas perpetrados “ideológicamente” y de manera extremista por el Estado Islámico (ISIS). El país sufrió violencia en sus bares, restaurantes, supermercados y de forma muy sanguinaria contra su histórica comunidad judía; el país estaba en shock, y en ese ambiente saltaba al liderazgo político Marine Le Pen con un discurso desde los comicios parlamentarios europeos del 2014 que invitaban al cierre de puertas en distintos aspectos de cooperación nacional, regional e internacional. El ambiente no era alentador. Sin embargo, Francia fue llamada a las urnas en las elecciones presidenciales del 2017 y en lugar de dar la mayoría de los votos a Le Pen y al Frente Nacional (cada vez ese nombre suena más a xenofobia), lo dio a Emannuel Macron con un 66.10% sobre un 33.90% en una segunda vuelta. Si bien el nuevo jefe de estado no ha sido aceptado en su totalidad por la sociedad en general tras las complicaciones económicas que dejaron sus predecesores Sarkozy y Hollande, si comenzó a crear un ambiente más estable en el país emprendiendo un gobierno de centro derecha, pero con matices de pluralidad, en los que se destacan: cuatro socialistas, tres centristas, dos conservadores y miembros de la sociedad civil. A la vez, Macron sin tener buenas expectativas de emprender políticas adecuadas para todos en materia de migración y seguridad nacional, ha podido generar consensos tanto de manera interna como con los demás miembros de la Unión Europea, en la medida de lo posible. En lo que respecta a las últimas encuestas de aprobación del 2018, no han sido de buenos resultados para la presidencia, ante lo que seguramente tendrá que emprender nuevas estrategias para evolucionar en los siguientes cuatro años restantes de administración.
Francia puede seguir adelante y puede seguir alentando a su sociedad a mejorar en su integración, desarrollo y convivencia. Francia debe seguir siendo un promotor de oportunidades de colaboración educativa y de investigación, de apertura comercial y de liderazgo en la región; los tropiezos vienen y van, pero armando un buen equipo como sociedad, con una estrategia dinámica y una diversidad basada en la libertad, igualdad y fraternidad seguramente alcanzarán no únicamente un trofeo mundialista de fútbol, sino mayores éxitos desde los desafíos ya existentes. Para todos ellos no me resta más que desearles, lo siguiente: Allez les Bleus!
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