Por: José Ángel Gutiérrez Aldana
En el trayecto rumbo al 2018, mucho habrá de esperarse en Jalisco. Si bien es un hecho que el Presidente Municipal de Guadalajara, Enrique Alfaro, se encuentra al frente en las preferencias electorales, también lo es que difícilmente puede cantarse una victoria holgada y, menos aún, que junto con el Partido Movimiento Ciudadano, logre el cada vez más extraño carro completo.
El alcalde tapatío está consciente que no será tan fácil y que en lo sucesivo, debe manejarse con cuidado, pues cada error que él o su equipo cercano cometan, es la posibilidad de menos votos, que podrían irse a otras opciones.
Y es que Enrique Alfaro el anti-sistema, pasó rápidamente de moda. Llegar a gobernar Guadalajara lo colocó al mismo nivel que cualquier otro gobernante. Él y su equipo ya son parte del sistema. Lo cual no sucedió cuando fue Alcalde de Tlajomulco.
Y en contraparte, surgen en el camino propuestas innovadoras que comienzan a captar la atención de los electores. Un ejemplo claro ha sido el joven Pedro Kumamoto, quien obtuvo una diputación por la vía independiente y gracias a su bien cuidado manejo, sigue conquistando.
Por su juventud, Kumamoto difícilmente puede aspirar a la gubernatura, pero se le ve como un fuerte competidor para Zapopan. Ello podría descuadrar cualquier proyecto emecista.
El PRI y el PAN, vistos en las circunstancias actuales, jugarán para conservar el máximo posible de diputados y, si acaso, recuperar algunas alcaldías.
Pero la verdadera sorpresa para Jalisco en el 2018, podría estar en Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), de Andrés Manuel López Obrador. La forma como «El Peje» ha crecido en las preferencias, hará sin duda que ese partido crezca considerablemente en Jalisco.
Todo dependerá, por supuesto, del candidato que Morena designe para Jalisco. Si llegase a ser -como se ha comentado- el doctor Carlos Lomelí, actual diputado federal por PMC, podría ocurrir que el partido de López Obrador sí crezca pero de manera controlada, sin hacer sombra a Alfaro, lo que en la práctica sería una concertación. Pero el riesgo del proyecto alfarista ante los añejos y nuevos «lopezobradoristas», es latente.
