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¿A qué juegan AMLO y Trump?

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Por: Salvador Cosío Gaona

A partir del triunfo de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en la elección presidencial del pasado 1 de julio, el inquilino de la Casa Blanca, Donald Trump, moderó el tono al referirse a México y su presidente, incluso llegó a vaticinar que su relación sería de cordialidad. Pero pareciera que la luna de miel está llegando a su fin porque una cosa es sonreír para las cámaras y dejar ver ciertos saludos o poses amistosas y otra muy diferente es sentarse a negociar y defender cada uno sus posiciones.

Es evidente que algo no está caminando bien en la relación México-Estados Unidos de América. Se pueden leer varios supuestos: o la comunicación no funciona, o no se logra el entendimiento cuando platican los presidentes de los dos países o cada uno está jugando su juego y en cuanto cortan la conversación tuitean o comunican algo totalmente diferente a lo que han hablado. Lo cierto es que no se observa un punto de acuerdo, un acercamiento entre lo que comunica uno y otro a sus gobernados y con ello generan desconfianza e incertidumbre.

Nada menos la mañana del pasado miércoles, el mandatario mexicano Andrés Manuel López Obrador (AMLO) interrumpió su acostumbrada conferencia de prensa matutina con el argumento de que atendería una llamada telefónica muy importante y prometió que si todo iba bien posteriormente informaría quien 

había sido su interlocutor. Más tarde informó que fue el inquilino de la Casa Blanca, Donald Trump con quien sostuvo una conversación telefónica “en muy buenos términos”. Sin embargo, el optimismo manifiesto de AMLO duró muy poco, ya que a temprana hora del jueves, -tan solo unas horas después-  el propio Trump rompió el encanto con un desafortunado tuit lleno de soberbia muy a su estilo y se jactó: “»A menudo dije: «De un modo u otro, México pagará por el Muro». Esto nunca ha cambiado. Nuestro nuevo acuerdo con México (y Canadá), el USMCA, es mucho mejor que el antiguo, muy costoso y anti-acuerdo con el TLCAN de EE. UU., Que solo por el dinero que ahorramos, ¡MÉXICO PAGA POR EL MURO!».

López Obrador rechazó que en algún momento se hubiese abordado el tema durante la charla. En el Gobierno de México dan por hecho que, en paralelo a la negociación de cualquier pacto, Trump seguirá atizando al vecino del sur con su gran promesa. El presidente mexicano aseguró que se habló de la posibilidad de que visitara la Casa Blanca, pero aclaró que cualquier reunión con su homólogo estadounidense estaría supeditada a lograr un acuerdo para aliviar la crisis migratoria.

Según su dicho, AMLO ha supeditado una reunión con Trump a que se logre un acuerdo migratorio. El mandatario, en un intento más de poner fin al problema que involucra a la migración procedente de Honduras, El Salvador y Guatemala, se encuentra inmerso en definir la estrategia que resuelva el tema migratorio. Para ello contempla la posibilidad de aplicar un programa conjunto para el desarrollo y la creación de empleo en Centroamérica y México, según tuiteó.

En una publicación de “El País”, se menciona que “el Gobierno de México está convencido de que la migración supone un desafío que va más allá de contemporizar los tuits de Donald Trump. El presidente, Andrés Manuel López Obrador, ha asumido que las caravanas de migrantes que atraviesan el país son el principal desafío en política exterior. Por ello, desde que logró la victoria el 1 de julio ha trabajado en un plan para buscar una salida a los migrantes que abandonan sus países, junto a Guatemala, El Salvador y Honduras que, de la mano de la CEPAL, se presenta en la cumbre migratoria de Marrakech. Sin embargo, el desarrollo de la estrategia, de por sí ambiciosa, conlleva un reto mayúsculo: convencer a Estados Unidos de que se involucre y así dotar al plan de mayor peso.

El objetivo de México es convertir en oportunidad lo que, hasta ahora, se ha considerado un desafío. Se calcula que más de 200.000 migrantes transitan de forma irregular cada año por el país. A la crisis económica se suma la violencia y la inestabilidad política en países como Honduras y el aumento en los migrantes climáticos que huyen de Guatemala. Ante la insostenible situación de Centroamérica, México pretende erigirse en garante de sus vecinos para lograr los recursos necesarios.

El modelo que se presentará al mundo en Marruecos tiene numerosas aristas. México pretende flexibilizar las condiciones de los centroamericanos para obtener un visado y poder permanecer legalmente el país. México considera que el tamaño del país, casi 130 millones de habitantes y un millón de migrantes frente a los más de 4 millones que, por ejemplo, tiene Alemania con una población de 82 millones de habitantes, permite sin grandes sacrificios incorporar al mercado de trabajo no solo a quienes han ocupado estos días las noticias al atravesar juntos el país en una caravana hoy estancada en Tijuana, sino a los que están por llegar. Con esa flexibilidad, el Gobierno calcula que la migración crecerá entre un 10% y un 15%. El plan de regularización permitiría a todos ellos acceder a los programas de salud a educación pública y proyectos sociales.

Otro de los frentes que pretende el plan es la puesta en marcha de varios megaproyectos de obras públicas. Según las fuentes consultadas, el primero de ellos sería la construcción de la refinería de Dos Bocas, en Tabasco, cuyas obras comenzaron recientemente; después el tren Maya, el tren del istmo y los planes de reforestación en Chiapas. En cada una de esas obras, según los datos que maneja la Cancillería, se emplearía a unos 10.000 trabajadores y, al menos la mitad, serían centroamericanos.

A la par, comenzaría un plan de cooperación público privado, aún por definir, que incluye desde la remodelación de quirófanos en Honduras, la formación de personal de Protección Civil en El Salvador o la construcción de un gaseoducto que ayude a bajar el precio de la energía en la región. En paralelo se producirá el desembarco de algunas de las empresas más potentes de México como Cemex, Femsa, Telmex o Elektra, quien participa en el diseño del plan.

López Obrador quiere que el plan comience a operar a finales de enero y prevé que en dos años se perciba los efectos con descenso de la curva migratoria. Para ponerlo en marcha a la mayor brevedad, desde su arrolladora victoria electoral se han celebrado más de 20 reuniones entre el equipo del nuevo canciller, Marcelo Ebrard, y sus contrapartes de El Salvador, Honduras y Guatemala, siendo este último el país más reacio en las negociaciones.

El éxito del proyecto, no obstante, pasa por convencer a Estados Unidos de que se involucre con inversión directa en los países de origen y en el sur de México. Para lograr esa suerte de Plan Marshall que se negocia en paralelo con la Casa Blanca, en México confían en el liderazgo de López Obrador y en una fructífera relación con su homólogo estadounidense, que ambos han celebrado pero que aún no se ha llevado a la práctica más allá de los buenos deseos.

En el Ejecutivo mexicano existe la creencia de que los ataques de Trump se intensificarán a partir del verano, cuando comience la campaña por la reelección, para afianzar su agresivo discurso entre sus votantes más fieles. Actualmente la cooperación de Estados Unidos se basa en el plan Frontera Sur por el que se dota de formación y material de vigilancia fronteriza. México trata de convencer a Trump de que los casi 500 millones entregados en el marco de la Iniciativa Mérida se destinen a proyectos de desarrollo dentro y fuera de México.

Se podría anticipar que el tema de la migración y su resolución, será un parteaguas en la relación entre México y Estados Unidos, pero los caracteres de los hombres que se encuentran a la cabeza no permiten mucho espacio para hacer vaticinios. Cada uno está luchando por “llevar agua a su molino” como se dice coloquialmente y bajo esas circunstancias tampoco es factible adelantar vísperas. Ya veremos si continúa o termina la luna de miel.

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@salvadorcosio1

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Periodista, resignado Atlista, enamorado de mi ciudad y de mi Estado. De L a V en punto de las 7am al aire @1070noticias http://bit.ly/oYJFU2