El gobierno de Estados Unidos ha iniciado el despliegue de fuerzas aéreas y navales en el sur del mar Caribe con el objetivo de hacer frente a las actividades de los cárteles de la droga en la región, según informaron a Reuters fuentes familiarizadas con la decisión. La medida forma parte de una estrategia más amplia para intensificar la lucha contra organizaciones criminales que operan en Latinoamérica y que han sido catalogadas como organizaciones terroristas globales.
En los últimos meses, el Departamento de Defensa ha movilizado al menos dos buques de guerra y está en proceso de ordenar el despliegue de unidades militares adicionales en la zona. La iniciativa busca fortalecer la vigilancia y las operaciones contra las bandas narcotraficantes, especialmente las vinculadas a cárteles mexicanos y grupos venezolanos, como el Tren de Aragua.
El gobierno estadounidense, bajo la administración del presidente Donald Trump, ha dirigido esfuerzos específicos para abordar estas amenazas a la seguridad nacional, destacando la designación en febrero pasado del cártel de Sinaloa y otras organizaciones como terroristas globales. Estas acciones buscan complementar las operaciones de inteligencia y control en la frontera sur del país, en un contexto en el que también se refuerzan las políticas migratorias.
Funcionarios anónimos señalaron que el despliegue militar busca no solo interceptar la droga en tránsito, sino también desmantelar las redes criminales que operan en la región. La estrategia se enmarca en una política de mayor énfasis en la lucha contra el narcotráfico y la criminalidad organizada, con la intención de reducir la influencia de estos grupos en la región y limitar sus recursos.
Este refuerzo militar llega en un momento de alta tensión en las relaciones regionales, en medio de debates sobre la cooperación internacional en materia de seguridad y el papel de las fuerzas armadas en la lucha contra el crimen transnacional. Hasta ahora, México ha rechazado la presencia de tropas estadounidenses en su territorio para colaborar en la batalla contra los cárteles, lo que mantiene en debate las estrategias y límites de la intervención extranjera en la región.