Un estudio pionero revela las características que hacen a ciertos adultos mayores mantener un cerebro saludable y funcional, desafiando las ideas tradicionales sobre el envejecimiento cognitivo. La investigación, realizada por científicos de la Universidad de Northwestern en Chicago, se ha centrado en aquellos que, a partir de los 80 años, conservan habilidades mentales propias de personas mucho más jóvenes.
Desde el año 2000, un equipo dirigido por la doctora Sandra Weintraub ha seguido a 290 participantes y analizado los cerebros de 77 donados en autopsias, en busca de entender qué elementos contribuyen a mantener la salud cerebral en la vejez. Los resultados, publicados en la revista Alzheimer’s & Dementia, aportan nuevas perspectivas sobre las posibles vías para prevenir el deterioro cognitivo asociado a la edad.
El concepto de ‘superanciano’ fue acuñado a finales de los años 90 por el investigador Marsel Mesulam, con la intención de identificar perfiles neurobiológicos que puedan ofrecer pistas para terapias tempranas contra el Alzheimer y otras demencias. Estas personas se destacan por su rendimiento social y memoria excepcionales, casi equiparables a individuos con tres décadas menos, lo que desafía la creencia de que el declive cognitivo es inevitable con el paso del tiempo.
Las pruebas realizadas a estos individuos muestran que su memoria y habilidades cognitivas permanecen intactas, incluso en la vejez, y que llevan estilos de vida activos y relaciones sociales sólidas. “Su rendimiento social y cognitivo es comparable al de personas mucho más jóvenes”, señala Weintraub.
Por otro lado, los análisis postmortem revelan que sus cerebros presentan características estructurales similares a los de personas mucho más jóvenes. La corteza cerebral —responsable de decisiones, emociones y motivación— no muestra el típico adelgazamiento asociado al envejecimiento normal. Además, estos cerebros contienen mayor cantidad de neuronas especializadas relacionadas con la empatía y la cognición social, así como neuronas entorrinales de mayor tamaño, fundamentales para la memoria.
Curiosamente, algunos cerebros estudiados mostraron presencia de proteínas asociadas al Alzheimer, como placas y ovillos, pero otros no presentaron ningún signo de deterioro. Esto sugiere que estos cerebros poseen una resistencia excepcional a las patologías neurodegenerativas, ya sea por no producir esas proteínas dañinas o por tener mecanismos que las neutralizan.
La investigación continúa, con el objetivo de identificar rasgos biológicos y conductuales que puedan aplicarse en futuras estrategias de prevención y tratamiento del envejecimiento cerebral. Los científicos también solicitan la colaboración de la comunidad mediante donaciones de cerebros para ampliar el conocimiento en esta área.
Este estudio abre una ventana esperanzadora hacia la comprensión de la longevidad cerebral y la posibilidad de mantener una mente sana en la vejez, un paso importante en la lucha contra las enfermedades neurodegenerativas.