Por: José Ángel Gutiérrez
En el contexto de posible crisis global, la economía mexicana sigue siendo objeto de atención. Y la pregunta que todos nos hacemos de manera constante estriba justo en las posibilidades reales de que el país caiga en una condición de riesgo económico.
Para hacernos una idea más cercana a la realidad, vale la pena considerar algunos factores clave que pueden influir en la estabilidad económica del país.
Uno de los principales argumentos de quienes consideran que existe un riesgo de crisis económica en México, es la vulnerabilidad del país a factores externos. En 2020, durante la pandemia de COVID-19, la economía mexicana experimentó una contracción del 8.5% según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). Esta caída fue uno de los descensos más pronunciados en América Latina.
La economía de México está íntimamente ligada a la de Estados Unidos, que representa aproximadamente el 80% de sus exportaciones. Cualquier desaceleración en el crecimiento estadounidense puede, por lo tanto, tener repercusiones directas.
Además, la inflación se ha convertido en un tema candente. La tasa de inflación se estima que se sitúe en alrededor del 4.0% a finales de 2025, mostrando una tendencia a la baja en comparación con años anteriores. No obstante, el aumento en los precios de productos básicos, exacerbado por factores como los conflictos de Ucrania, de Israel y otros colaterales, así como problemas en la cadena de suministros, puede reducir el poder adquisitivo de los consumidores mexicanos y llevar a una disminución en el consumo interno, que representa cerca del 60% del PIB de México.
Por otro lado, es fundamental considerar las acciones que ha implementado el gobierno mexicano para mitigar estos riesgos. Según la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, el gobierno ha mantenido una política fiscal prudente, que busca estabilizar la economía y fomentar el crecimiento. Se estima que el déficit fiscal en 2025 será del 2.3% del PIB, lo que sugiere un esfuerzo continuo del gobierno hacia la responsabilidad fiscal.
Un punto flaco de momento y que genera preocupación es el Tratado México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC), que entró en vigor en 2020, prometía proporcionar un marco más sólido para la inversión extranjera y el comercio. Se estimaba que el T-MEC podría aumentar el PIB de México en un 0.35% a lo largo de su implementación, lo que sugería una oportunidad para fortalecer la economía. Pero la decisión del presidente estadounidense Donald Trump de realizar una renegociación total el próximo año, provoca incertidumbre y, de ya, paraliza la llegada de capital extranjero y, por ende, la generación de empleos. Así lo hemos visto ya, por ejemplo, con los anuncios de retirada del país de algunas plantas del sector automotriz.
A comienzos de este 2025 se esperaba que la Inversión Extranjera Directa (IED) creciera en 10% a lo largo del año con respecto al año anterior, impulsada en parte por el T-MEC y la reubicación de cadenas de suministro. Ahora podemos decir que esa expectativa es incierta.
Claro que no podemos ignorar la resiliencia del sector privado mexicano. A pesar de los desafíos, un informe de la Cámara Nacional de Comercio (CANACO) reveló que más del 70% de las pequeñas y medianas empresas (PYMES) en México lograron adaptarse a la pandemia a través de la digitalización y diversificación de productos. Esta capacidad de adaptación puede servir como un contrapeso ante condiciones económicas adversas. Sin embargo, es imperativo no subestimar el riesgo de crisis económica. La desigualdad social en México es una de las más altas de América Latina; según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), el 28.9% de la población vive en condiciones de pobreza. Además, la corrupción y la inseguridad son factores persistentes que pueden socavar la estabilidad económica. Un entorno desfavorable para los negocios, agravado por la violencia en ciertas regiones, podría desalentar la inversión, afectando gravemente la economía.
Con todo lo anterior, podríamos decir que la pregunta sobre si existe un riesgo de crisis económica en México no tiene una respuesta sencilla. Por un lado, la dependencia de factores externos (incluido el T-MEC) y el aumento de la inflación apuntan a una vulnerabilidad económica significativa. Por otro lado, las políticas del gobierno y la resiliencia del sector privado ofrecen una imagen más optimista. México se encuentra en una encrucijada y la dirección que tome su economía dependerá de cómo se gestionen tanto los riesgos internos como externos en el futuro. Por lo tanto, es crucial seguir monitoreando estos factores para evaluar con precisión el estado económico del país y tomar decisiones informadas que puedan disminuir el riesgo de una crisis.
** Otros datos a considerar:
- A principios de año se proyectaba un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) de aproximadamente 2.5% para 2025, ligeramente superior al crecimiento estimado de 2024. Esa proyección ha disminuido y se habla de un crecimiento ínfimo.
- Se ha dicho que Tasa de Desempleo se mantendría en aproximadamente 3.4%, reflejando una estabilidad en el mercado laboral. También esa proyección es ahora incierta.
- Se preveía que las exportaciones mexicanas crecerían este año un 5% en comparación con 2024, favorecidas por la demanda en los mercados estadounidenses y canadienses. Los aranceles anunciados por Estados Unidos podrían impactar en esa proyección.
- Pobreza: Aproximadamente el 28% de la población podría estar viviendo en condiciones de pobreza. Aunque se han implementado programas para abordar esta situación, basados principalmente en los programas sociales, el resultado lamentablemente ha sido muy limitado.
- Índice de Confianza del Consumidor: Se espera que el índice de confianza del consumidor se mantenga en niveles moderadamente optimistas, alrededor de 90 puntos, lo que indica una percepción optimista sobre la situación económica.