El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) informó que, en los días previos a los bombardeos estadounidenses contra instalaciones nucleares en Irán, Teherán trasladó aproximadamente 400 kilogramos de uranio enriquecido al 60 por ciento, cantidad que, según el organismo, sería suficiente para fabricar entre siete y ocho armas nucleares. Rafael Grossi, director general del OIEA, detalló que el material fue notificado previamente por las autoridades iraníes, quienes aún no han aclarado su destino final.
El informe del OIEA señala que los ataques, considerados sin precedentes, afectaron instalaciones que estaban bajo inspección frecuente y que ahora muchas de ellas están destruidas o inoperables. Aunque Grossi aseguró que, hasta el momento, no se ha detectado riesgo de contaminación radiológica, advirtió que el regreso de los inspectores a Irán no será inmediato debido a los daños y riesgos de seguridad en los sitios afectados. En ese contexto, Irán aprobó en el Parlamento una suspensión de su cooperación con el OIEA, decisión que ahora debe ser ratificada por el Consejo Supremo de Seguridad Nacional, controlado por las autoridades del líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei.
Este paso se produce en medio de una escalada en las tensiones, tras acusaciones mutuas. El portavoz del Ministerio de Exteriores iraní, Esmaeil Baqaei, criticó duramente a Grossi por su informe, acusándolo de “traicionar el régimen de no proliferación” y de usar al OIEA como herramienta de países no firmantes del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), en referencia a Israel. Israel, que no forma parte del TNP y posee un arsenal nuclear no declarado, afirmó que la ofensiva militar contra instalaciones iraníes buscaba frenar un supuesto programa nuclear militar, una acusación que Irán rechaza categóricamente.
La operación militar, denominada “Midnight Hammer”, también fue objeto de análisis en informes filtrados por medios estadounidenses, como The New York Times y CNN. Estos indican que la ofensiva solo destruyó parcialmente el material nuclear iraní, ya que Teherán habría trasladado previamente sus reservas, y que el programa nuclear sigue siendo viable y en marcha, con la capacidad de producir una bomba en menos de seis meses. Si bien el Pentágono calificó la operación de “éxito abrumador”, las evaluaciones internas sugieren que la capacidad de enriquecimiento de Irán no fue desmantelada por completo.
Por otro lado, Israel expresó que aún es “demasiado pronto” para evaluar el alcance de los daños, aunque afirmó que la operación logró “hacer retroceder varios años” el programa nuclear iraní. En contraste, el presidente estadounidense Donald Trump, presente en una cumbre de la OTAN, manifestó su incertidumbre respecto a la magnitud de los daños, señalando que la inteligencia no es concluyente y que el daño podría ser más profundo de lo que se sabe públicamente.
Las tensiones en torno al programa nuclear iraní se profundizan en un momento en que Irán y Estados Unidos estaban próximos a una nueva ronda de negociaciones para reactivar el acuerdo nuclear de 2015, del cual Washington se retiró en 2018. La situación se complica además por las acusaciones cruzadas y las acciones militares, que elevan el riesgo de un conflicto mayor en la región.