La Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA) alertó sobre una potente llamarada solar clasificada como X2.7, la más fuerte registrada en lo que va del año. Este fenómeno podría desencadenar apagones en sistemas eléctricos y generar auroras boreales visibles en regiones inusuales.
El evento, ocurrido el 14 de mayo, fue detectado por el Observatorio de Dinámica Solar de la NASA y corresponde a una de las erupciones solares más intensas en la escala de clasificación de llamaradas, donde la categoría X representa los niveles más altos de actividad. La física espacial Tamitha Skov explicó que la llamarada se expandió de manera horizontal, lo que aumenta la probabilidad de que su impacto llegue a nuestro planeta.
En respuesta, la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) emitió una alerta de nivel G3, indicando una tormenta geomagnética fuerte. Aunque no alcanza los niveles más severos (G5), esta actividad puede provocar alteraciones en las comunicaciones, sistemas de navegación y en la infraestructura eléctrica.
En los días posteriores al evento, se reportaron interrupciones en señales de radio en distintas zonas del Medio Oriente y la aparición de auroras boreales inusualmente extendidas, incluso en latitudes no habituales. Estas manifestaciones recuerdan eventos similares ocurridos en mayo de 2024, cuando una tormenta solar de mayor intensidad generó luces visibles en países como España y en el norte de México.
Actualmente, se monitorean varias regiones con manchas solares activas en la parte oculta del Sol, que podrían girar hacia la Tierra en los próximos días, aumentando el riesgo de nuevas erupciones y sus efectos potenciales.
Las llamaradas solares, como la observada, se producen durante fases de inestabilidad en los campos magnéticos solares, especialmente en zonas con manchas solares. Estas explosiones liberan energía en forma de radiación y plasma, que al interactuar con la magnetósfera terrestre, pueden causar tormentas geomagnéticas y alteraciones en diferentes sistemas tecnológicos.
Aunque las erupciones solares no son eventos cotidianos, su impacto en una sociedad cada vez más dependiente de la tecnología hace imprescindible su vigilancia constante. Las agencias científicas del mundo continúan observando de cerca la actividad solar para anticipar posibles consecuencias y proteger infraestructuras críticas.