El reciente pontificado de León XIV ha comenzado a delinear un estilo propio y una visión distinta para la Iglesia Católica, evidenciada en varios gestos y decisiones que marcan una ruptura con algunas de las formas más tradicionales y recientes de liderazgo papal. Desde su elección, el papa estadounidense ha mostrado una serie de novedades que apuntan a una etapa de renovación y reflexión sobre la identidad y las formas de comunicación de la Santa Sede.
Entre los primeros signos de su mandato, destaca su decisión de cantar en público, una práctica que remite a la tradición más litúrgica y que fue evidenciada en su primera aparición ante miles de fieles, donde interpretó el rezo del ‘Regina Coeli’. Su elección de utilizar más el latín en sus ceremonias, en contraste con las directrices establecidas por su predecesor Francisco, también refleja una voluntad de volver a las raíces tradicionales de la liturgia católica.
Asimismo, León XIV ha presentado un escudo oficial para su pontificado, que combina símbolos marianos y de conversión, y ha adoptado un lema que remite a la unidad en la diversidad del cristianismo, inspirado en San Agustín. En cuanto a su estilo personal, ha optado por una vestimenta sobria, con el hábito blanco habitual, pero sin usar todavía los característicos zapatos rojos, y en su primera aparición optó por desplazarse en un furgón negro en lugar del pequeño utilitario utilizado por Francisco.
El pontífice también ha demostrado ser políglota, intercalando en sus intervenciones en inglés, italiano y español, reflejando su formación y experiencia en misiones en Perú. En sus desplazamientos, por ahora, no ha recurrido a la residencia en el Palacio Apostólico, sino que se mantiene en el antiguo domicilio del Santo Oficio, y ha preferido utilizar un vehículo de mayor tamaño para sus desplazamientos fuera de Roma.
Otra particularidad es la presencia de cruces pectorales con reliquias de santos y figuras religiosas importantes, y un estilo de comunicación más sobrio y menos coloquial, en contraste con su antecesor Francisco, quien solía despedirse con expresiones familiares. Además, ha manifestado una cierta ironía en sus primeras apariciones públicas, reconociendo que todavía está en proceso de aprendizaje en su nuevo rol.
Estos primeros signos sugieren que León XIV busca equilibrar tradición y renovación, marcando una etapa en la que la Iglesia podría adoptar un perfil más contemplativo y litúrgico, sin perder de vista las raíces históricas y culturales que definen su identidad. Resta por ver cómo evolucionará su liderazgo y qué impacto tendrán estas decisiones en la relación con los fieles y el mundo moderno.
Con información de EFE
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