Los bebedores de café en toda Latinoamérica seguirán pagando caro cada taza por cuenta de una tormenta perfecta: la elevada inflación que trajo consigo la reactivación económica tras la pandemia, un clima extremo, los desafíos logísticos que supuso la covid-19 y la crisis del suministro de fertilizantes a causa de la invasión rusa a Ucrania.
Estos factores no solo han puesto en riesgo el suministro del café para millones de consumidores, sino que vienen disparando las alarmas en los mercados financieros desde 2021 cuando el precio del grano alcanzó cifras no vistas en una década, con cerca de un aumento del 80 %.