Luego de las protestas, autoridades tapatías supervisaron la instalación de los comerciantes en los tianguis de El Baratillo y Polanco; sin embargo, apenas uno de cada dos puestos acató los acuerdos de instalar filtros sanitarios y acatar medidas preventivas entre vendedores y consumidores.
En varias partes del Baratillo, que es uno de los más grandes de la ciudad y también de los más populosos, se detectó que la gente desacataba la orden de usar el cubrebocas.