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3 consejos para evitar perder la cabeza con tus hijos

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Eres padre de familia, así que sabes que con demasiada frecuencia los padres podemos perder la cabeza con nuestros hijos. Esto puede adquirir muchas formas: gritándoles, no haciéndoles caso, alejándonos emocionalmente, siendo sarcásticos o abusivos verbalmente, e incluso dando golpes.

A veces todos caemos en la trampa de la reactividad, pero este no es el camino a seguir. Cuando estamos siendo reactivos hemos perdido el control de nosotros mismos, y nuestros niños lo saben. Una vez que ven que pueden presionar nuestros botones, tienen la idea de que pueden controlarnos, y ¡tienen razón! También pueden sentir que son responsables de nuestras emociones, lo cual es una carga terrible para un niño.

Cuando estamos siendo reactivos, renunciamos a nuestro poder, dejando que todo lo que está pasando allá afuera determine cómo nos comportamos. Entonces, ¿cuál es la alternativa? Toma un momento para reflexionar sobre lo que está pasando y luego decide cómo quieres responder. El principio espiritual en juego aquí es la restricción. No se trata de reprimir tus sentimientos o negarlos, sino de tomar posesión del momento y no dejar que los factores desencadenantes tomen decisiones por ti.

1. Identifica de qué manera estás reaccionando

El primer paso es identificar cómo estoy siendo reactivo. ¿Estoy gritando? ¿Estoy haciendo que mi hijo se sienta culpable? ¿Estoy ignorándolo? Cuando observamos de cerca y honestamente a esta pregunta vamos a encontrar que muchas veces estamos reaccionando de la misma manera que nuestros padres solían reaccionar con nosotros.

2. Identifica el disparador

A continuación, tenemos que identificar qué situaciones son más propensas a desencadenar nuestra reactividad. Por ejemplo, quizás el que mis hijos no tengan buen rendimiento en la escuela me hace reactiva. Una vez que hayas identificado el disparador, tienes que preguntarte por qué respondes con tanta intensidad. Muchas veces nuestro comportamiento reactivo tiene poco que ver con nuestros hijos y mucho que ver con nuestros propios problemas. En este caso, tal vez no me fue bien en la escuela, así que quiero que mis hijos logren lo que tal vez no hice, tiendo a juzgar a las personas por su nivel de educación.

3. Decide cómo te vas a controlar
Estas ideas pueden ser extremadamente valiosas pero siempre volvemos a la cuestión de cómo voy a controlarme, de restricción. Una vez que observamos nuestros propios impulsos reactivos, tenemos que tomar medidas para mantener la calma: respira profundo, sal de la habitación por un momento, pide a tu hijo tomar un descanso, o pide a un amigo asumir el control por unos minutos. Haz lo que tengas que hacer para sustituir la reactividad por la toma consciente de decisiones. En poco tiempo te darás cuenta de que tus viejos factores desencadenantes te desgastan menos emocionalmente, y que eres mucho más efectivo para resolver las cosas con tus hijos.

He estado trabajando bastante en esto con mi familia y me doy cuenta de que todo ha cambiado para mejor, no es tan sencillo con tres hijos en etapas tan diferentes; Natalia esta en kínder, Emiliano en primaria y Andrea en secundaria, los retos son constantes así como múltiples las posibilidades de explotar y reaccionar; pero aquí estoy día a día aprendiendo, y enseñando en esto de “ser mamá”.

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