Fiscales federales de Estados Unidos presentaron hoy 18 nuevos cargos contra el fundador de WikiLeaks, Julian Assange, relacionados con una supuesta violación al Acta de Espionaje y la obtención y difusión ilegal de información de seguridad nacional.
Los nuevos cargos elevan de manera dramática los riesgos para Assange y los medios noticiosos, y abren interrogantes sobre los límites de la Primera Enmienda y las protecciones para la difusión de información clasificada.
Los fiscales argumentan que Assange trabajó con un exanalista de inteligencia del Ejército para obtener y difundir información clasificada, una conducta de la cual numerosos reporteros tradicionales podrían también ser acusados.
El gobierno de Estados Unidos, se pensó, buscó diferenciar entre un reportero tradicional y un activista contra la secrecía.
“Julian Assange no es un periodista”, dijo John Demers, un subprocurador general de Seguridad Nacional del Departamento de Justicia. Demers añadió que Assange se involucró en la “solicitud explícita de información clasificada”.
Assange fue antes indiciado por un gran jurado de Estados Unidos por sus interacciones en 2010 con Chelsea Manning, un exanalista de Inteligencia del Ejército que compartió cientos de miles de expedientes de guerra y documentos diplomáticos con WikiLeaks.
En caso de ser convicto, Assange enfrentaría un periodo máximo de nueve años en prisión bajo cargos por conspiración. Cada una de las presuntas violaciones del Acta de Espionaje implica una sentencia potencial de 10 años de cárcel.
Pero las nuevas acusaciones en contra de Assange conllevan consecuencias potenciales no sólo para él, sino para otros que publicaron información clasificada y podrían cambiar el precario equilibrio en la ley estadunidense entre la libertad de prensa y la secrecía gubernamental.
De igual forma el caso plantea nuevas preguntas sobre si las cortes británicas se encargarán de los nuevos cargos como justificados y potencialmente válidos para la extradición.
-Fin de nota-
