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PILARES DE LA POLÍTICA: MEDIR, PREMIAR, CASTIGAR, CAPACITAR

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Por: Carlos Anguiano,
Socio Director de Inteligencia Política
www.inteligenciapolitica org

La organización y la forma de trabajo del sistema de partidos en México están sujetas a revisión y los resultados anteriores marcan el inicio de los trabajos para la consecución de los próximos. Todas las organizaciones partidistas, desde un punto de vista práctico, trabajan con sus dirigencias, militantes y simpatizantes a través de cuatro procesos, que se pueden denominar “palancas de cambio” y que son las formas en que el poder ejerce su voluntad: midiendo, premiando, castigando y capacitando.

Para que las palancas sean eficaces, deben guardar coherencia con la ley, con los programas de acción, estatutos, ideología y plataformas partidistas, en principio, y mantener una alineación con la opinión pública en cuanto a atributos y valores deseables, conservándose cerca al clamor popular en sus mensajes y comunicaciones, todo ello, enmarcado en un modelo directivo apto, apegado a una estrategia general clara, profesional, ética y posible, capaz de sufrir adecuaciones tácticas dinámicas que redondeen la planeación estratégica y adecuen a las estructuras de organización y el eficiente manejo de recursos humanos, financieros, temporales, legales, comunicacionales y materiales con los que se cuenta.

De la calidad en el diseño del plan, de la estrategia general y las derivaciones tácticas que conlleven a la construcción intencional de un estado futuro para alcanzar, depende el ir alcanzando objetivos concretos, se deben generar una serie de indicadores para diagnosticar si se está logrando avanzar o no hacia la realización positiva del plan, o se debe realizar acciones correctivas o modificaciones en torno a la visión y al cronograma de trabajo.

Medir es básico e ineludible. Parafraseando a Peter Drucker, gurú organizacional, “todo lo que se puede medir, se puede mejorar”, es posible sacar dos conclusiones iniciales: nunca se debe de medir lo que no se esté dispuesto a cambiar; y nunca tratar de mejorar algo sin haber identificado primero al indicador de medida. En política, se miden actores, prácticas, efectos, consecuencias y resultados. No hacerlo conlleva a fracasos inexplicables.

El estímulo y el castigo, desde siempre, han sido motor invariable de la organización humana, del incidir en el comportamiento, de profesionalizar el ejercicio de la política, y en mucho menor escala, de intentar repartir con equidad, justicia y racionalidad espacios, posiciones, beneficios e ingresos a posibilidades de juego de mayor nivel, elección popular, dirigencia, inclusión en el aparato burocrático, o a la inversa.

El poder emanado de las dirigencias formales y el propio de organizaciones intermedias que estructuran la conformación de sus estructuras, depende de la aplicación de estímulos que aceiten el engranaje, así como castigos que corrijan, erradiquen malas prácticas, sirvan de ejemplo para evitar que otros incurran en acciones u omisiones gravosas para el colectivo y se genere cultura de temor en sentido negativo y de respeto en sentido positivo.

La capacitación se vuelve una herramienta fundamental para las actividades ordinarias de los partidos. Es un elemento adoctrinador que coadyuva a conocer la ideología, postulados, el fundamento histórico, los meta mensajes emitidos y propicia que se acojan como propios preceptos y conceptos útiles para amalgamar personas de origen heterogéneo, en torno a principios básicos de comunión ideológica. También sirven para desarrollar capacidades y aptitudes que conlleven a que quienes trabajan de forma permanente en las tareas cotidianas partidistas, lo hagan de manera correcta, con eficacia y eficiencia, generando recursos humanos mejor calificados, formación de cuadros de dirigencia, generadores de opinión y multiplicadores de mensaje multicanal.

Para instaurar una visión compartida, para ampliar el número de militantes comprometidos y generarles sentidos de identidad y pertenencia, así como para captar la atención y acceder a mayores simpatizantes, la capacitación es un elemento fundamental, necesario y muy recomendable.

Por todo ello, medir, premiar, castigar y capacitar, son pilares de toda organización política que pretenda acceder al poder, utilizarlo de manera organizada y generar condiciones para su preservación y regeneración.

Nuevos tiempos, con una sociedad más participativa, cada vez más repelente a las prácticas tradicionales enmarcan la vida y coexistencia de nuestro sistema de partidos en México. Sin embargo, los pilares antes descritos gozan de cabal salud y el desuso de las mismas no se ve viable ni posible. Son acciones que trazan el camino, bien aplicadas construyen viabilidad a proyectos y dan rumbo al trabajo político responsable, propiciando mejores resultados que se reflejarán oportunamente en las urnas.

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