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La nueva fiebre amarilla

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Por: Mtro. Ricardo Alvirde Sucilla
Consejero Presidente de la
Sociedad Histórica, Cultural y Patrimonial
de Guadalajara A.C.

Con actitudes desafiantes y violentas, mostrando músculo más que inteligencia y anteponiendo sus intereses sin importar cómo afectarían a miles de ciudadanos, los amarillos tomaron el Centro Histórico de Guadalajara debido a lo que ellos han considerado una competencia.
La verdad es que servicios como el que brinda UBER no es realmente una competencia directa al taxi convencional, debido a las múltiples diferencias que existen entre un servicio y otro.

A los choferes de los amarillos les están tomando el pelo sus dirigentes sindicales; los están manipulando haciéndoles creer que a causa de las plataformas como UBER su trabajo está en riesgo y la manifestación del martes parece más intencionada a mostrarle al Gobierno del Estado que le pueden paralizar la ciudad y con ello inhibir cualquier posibilidad de que la Secretaría de Movilidad acentúe los operativos de supervisión y control de los autos de alquiler amarillos.

Los distintos sindicatos afiliados a centrales obreras como la FTJ o la CROC comienzan a cerrar la pinza con la muy clara intención de capitalizarlo en su beneficio, tanto en el proceso de renovación de la dirigencia estatal del PRI y potreando a quienes seguramente buscarán una posición en las planillas que contenderán en el proceso estatal y federal del 2018.

Lamentablemente los choferes no pueden mostrar la misma capacidad de organización para exigir mejoras en sus condiciones laborales; la inmensa mayoría de ellos no cuenta con seguridad social o alguna otra clase de prestaciones a las que todo trabajador tiene derecho.

Lamentablemente, después de esta manifestación los choferes volverán a su misma rutina que implica trabajar largas e inhumanas jornadas de trabajo, entregando una liquidación fija a su patrón, quien seguramente tiene acaparados decenas de permisos y que además es dirigente charro de su sindicato.

Ellos no pierden nada, son patrones y siempre encontrarán quien acepte trabajar aunque sus condiciones sean injustas y casi esclavistas.

Con la manifestación del martes 8 de marzo, hubo miles de afectados que llegaron tarde o no llegaron a su destino pues no se respetó la promesa que los propios taxistas hicieran para no obstruir el paso al transporte público o a los vehículos de emergencia; cientos, quizás miles de comercios en distintos puntos de la ciudad fueron afectados por el bloqueo, si los clientes no podían llegar, simplemente no habría quien comprara sus productos o servicios.

UBER no es competencia directa de los amarillos debido a muchas razones, entre ellas destaca el hecho que no levantan pasajeros al azar sino solamente a quien previamente descargó la aplicación movil, presentó una tarjeta de crédito para el cobro y solicitó el servicio; por lo tanto se reduce considerablemente el porcentaje de clientes que pudieran acceder a sus servicios; mientras que en el caso de los amarillos, éstos pueden levantar pasajeros. Los han chamaqueado desde el principio haciendo creer a los choferes que UBER es su competencia cuando en realidad sólo es una alternativa de transporte enfocado a un sector específico de la población, aquella con un smartphone y con tarjeta de crédito.

Por otro lado, los amarillos han mantenido durante años ciertas actitudes que hicieron que el usuario que puede acceder a un servicio de plataforma móvil prefiera hacer uso de ésta aunque tuviera 10 taxis amarillos frente a él. De todos es sabido cómo el taxímetro es un mero adorno en el tablero para ellos y también es un secreto a voces que existen lugares donde alteran su funcionamiento en perjuicio del pasajero.

Quienes hemos usado taxis amarillos hemos experimentado la nauseabunda sensación que provoca viajar a bordo de un auto en donde se mezclan toda clase de aromas, en los que suena cada tornillo, cada tuerca, cada resorte de esos autos que no tienen cinturones de seguridad, que no tienen bolsas de aire y que no sabemos a ciencia cierta cuántos años tienen de servicio o en qué condiciones mecánicas en general circulan por la ciudad.

Todos sabemos también que los choferes son explotados laboralmente por los dueños de los autos quienes seguramente por el número de unidades que poseen y controlan son nombrados dirigentes de los sindicatos que deberían de velar por los derechos laborales de sus agremiados, sin embargo no existe representación real por parte del trabajador del volante.

El taxi amarillo requiere urgentemente una pronfuda revisión, modernización, verdadero control que garantice la seguridad del usuario; se requiere la intervención gubernamental a fin de evitar que se sigan acaparando los permisos en manos de unos cuantos y que la autoridad publique los nombres de los permisionarios y cuántas unidades tienen autorizadas; que sean sometidos a exámenes médicos y psicológicos y que se elabore un padrón de todos los choferes disponible al público; hemos escuchado muchas historias acerca de delincuentes escapando en un taxi después de haber cometido un crimen.

El Gobernador Aristóteles Sandoval Díaz tiene en sus manos la oportunidad histórica de poner fin a una larga lista de abusos e impunidad; los índices de inseguridad en el Estado justifican plenamente el que se apliquen medidas más severas para todos aquellos que han sido beneficiados con un permiso por parte de la autoridad; es ahora el momento clave para que se imponga el orden y se acaben esos cotos de poder y se retome el sentido social que implicaba otorgar unas placas de auto de alquiler.

Hace cincuenta años apenas, los calandrieros se quejaban de que los taxis les estaban mermando su clientela; pareciera que estamos en el umbral de una transformación de la forma en la que nos transportamos los tapatíos.

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