Fujimori y Kuczynski pelean con uñas la elección en Perú

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    En una disputada segunda vuelta presidencial, Perú decidía el domingo si daba una oportunidad a la joven Keiko Fujimori de llegar al poder para limpiar su apellido u optaba por un veterano exministro para acelerar la economía.

    Unos 23 millones de peruanos en las áridas costas, las alturas andinas y la frondosa selva amazónica del país minero comenzaron a votar a las 8.00 hora local (1300 GMT) en una segunda vuelta entre candidatos de centroderecha que garantiza la continuidad de modelo económico de libre mercado.

    La energética hija de Alberto Fujimori, un exmandatario que cumple una condena de 25 años por abusos a los derechos humanos y corrupción, y el tan experimentado como maduro exfuncionario del Banco Mundial Pedro Pablo Kuczynski llegaron a la segunda ronda presidencial virtualmente empatados en las preferencias.

    Aunque no está en discusión la receta que ha llevado al país a crecer a tasas más altas que sus vecinos en la última década, los peruanos buscan soluciones para la desaceleración de la economía, la creciente delincuencia y la persistente pobreza.

    Kuczynski, de 77 años, pasó al frente en las últimas encuestas por unas décimas de diferencia, favorecido por su participación en el último debate presidencial, el respaldo de varios políticos -incluso de una rival de izquierda- y por una marcha contra su rival, según especialistas.

    Fujimori, de 41 años, es popular entre los sectores más desfavorecidos pero su apellido es un arma de doble filo: despierta recelo en muchos por el autoritarismo y los escándalos de corrupción bajo el gobierno de su padre, aunque otros valoran que el patriarca Fujimori sentara las bases para el crecimiento económico y aplastara a la violenta guerrilla de izquierda.

    «Me han dicho que soy autoritaria y eso es falso, nunca he dado signos de autoritarismo», dijo Fujimori en una entrevista a la radio RPP el viernes aludiendo a las acusaciones de varios partidos de todo el espectro ideológico y de organismos de derechos humanos. «Conmigo la democracia no está en riesgo».

    A pesar de todo, Kuczynski no lo tiene fácil.

    A diferencia de la mayoría de los políticos peruanos, nunca ha estado envuelto en escándalos de corrupción y es un fogueado exministro de Economía, pero le cuesta conectar con los pobres, un sector clave que lo mira con escepticismo por su cercanía con los empresarios y su educación de elite.

    Además, muchos creen que el apodado «el gringo» por su tez blanca y rasgos europeos, está demasiado maduro para gobernar.

    «No soy candidato de los ricos», dijo Kuczynski ante miles en su cierre de campaña el jueves en Arequipa, en el sur del país donde obtuvo mayor votación. «Por eso yo te pido que el domingo, hasta en la última mesa, hasta en el último voto, votes por la democracia».

    Las mesas de votación cerrarán el domingo a las 16.00 hora local, cuando se espera que los medios de comunicación difundan sus primeros sondeos a pie de urna.

    ¿DÉJÀ VU?

    Para algunos, Kuczynski no es mucho más que la última oportunidad de frenar el regreso de un Fujimori al poder.

    Keiko, apodada la «china» a pesar de ser descendiente de inmigrantes japoneses, intentará por segunda vez convertirse en la primera presidenta de Perú, después de haber perdido en una segunda ronda en 2011 frente al hoy saliente mandatario Ollanta Humala.

    En ese entonces y a una semana de los comicios ella tenía una leve ventaja sobre Humala en las encuestas pero acabó derrotada por poco margen. Con esos malos recuerdos, Fujimori intentará no repetir el pasado.

    Esta vez la legisladora se esforzó por distanciarse políticamente de su padre y su entorno asegura que si llega al poder buscará restaurar su apellido.

    «Ella se ha preparado y se merece la oportunidad de limpiar el nombre de su padre. No por él, como algunos piensan, sino simplemente haciendo bien las cosas», dijo Santiago Celiz, un taxista de 70 años.

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