Algunos dirán que tu mirada los atrapó, otros que tu gran estilo los hizo voltear a verte, e incluso hay otros más detallistas que asegurarán que se fijaron en el autor del libro que llevabas bajo el brazo (que resulta ser su favorito). Pero la ciencia es la ciencia, y los seres humanos tenemos instintos incontrolables que son imposibles de ocultar, por eso te decimos cuáles son las 5 primeras cosas que los hombres suelen fijarse en el sexo opuesto:
1. Tu pelo
No lo decimos nosotros, lo dice la reconocida marca Pantene, quien hizo un estudio que confirmó que el 74% de los hombres voltean a ver a las mujeres por su pelo, y de ellos, el 44% admitió que el pelo es lo primero que voltean a ver en nosotras. Y eso no es todo, también descubrieron que es más factible que un hombre se atreva a hablarle a una mujer con una melena saludable y bonita en un bar, antes que a la que lleva un escote ultra pronunciado. Ahora ya sabes a qué parte de tu rutina de belleza debes invertirle más tiempo la próxima vez que salgas de fiesta.
2. Tu ropa
Ese mismo estudio lo confirmó, el 26% de los hombres se fijan en el outfit de las mujeres, el 25% en sus piernas y sólo el 4% en el maquillaje.
3. Tu risa
Y si llevas lipstick rojo mucho mejor, esto lo reveló un estudio elaborado en la Universidad de Manchester, en el cuál se rastreo la mirada de algunos hombres y encontraron que se enfoca principalmente en el área de la boca durante los primeros 10 segundos que conoce a una mujer. Si ésta lleva un lipstick rosa, la mirada del hombre se mantiene por unos 6.7 segundos, pero si lleva uno rojo, su mirada podrá mantenerse hasta 7.3 segundos.
4. Tu higiene personal
Tu aliento, el olor que despide tu cuerpo y tu ropa, e incluso la higiene de tus manos y uñas son algo que no puedes ocultar ante nadie, y esto es algo en lo que ellos se fijan aunque no te des cuenta.
5. Tus ojos
Otro estudio elaborado a 1,000 hombres halló que el 70% de ellos miran a las mujeres a los ojos al momento de juzgarlas a primera vista, aunque también encontró que se fijan en su sonrisa y en sus pechos –como pudimos haberlo imaginado–.
