Por: Martín López Cedillo
El salario mínimo de acuerdo con la Ley, deberá ser suficiente para satisfacer las necesidades esenciales y normales de un jefe de familia en el orden material, social y cultural, y para proveer la educación básica a los hijos.
La remuneración mínima, salario mínimo o sueldo mínimo, es la cantidad mínima de dinero que se le paga a un trabajador.
Para efectos antiinflacionistas, en México se crea la Unidad de Medida y Actualización (UMA), que es la referencia económica en pesos para determinar la cuantía del pago de las obligaciones y supuestos previstos en las leyes federales, de las entidades federativas y de la Ciudad de México, así como en las disposiciones jurídicas, administrativas y fiscales aplicables. El valor mensual de la UMA se calcula multiplicando su valor diario por 30.4 veces y su valor anual se calcula multiplicando su valor mensual por 12. Ejemplo:
Año 2017
Día $ 75.49
Mes $ 2,294.90
Año $ 27,538.80
Desde el establecimiento del salario mínimo por primera vez en Australia y Nueva Zelanda en el Siglo XIX, muchos ríos de tinta han corrido y muchos «luchadores sociales» se han desvelado pensando en el mejoramiento y consecuente aumento del mismo, pero sigue sin satisfacer las necesidades básicas que la Carta Magna dispone para ello. Qué falta o qué nos falta Qué le quitamos o qué le ponemos?
En México en los últimos años el tema se ha recrudecido e inclusive se ha polarizado más por las famosas rondas del Tratado del Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), donde a simple vista estamos a años luz de los salarios de nuestros socios comerciales Canadá y Estados Unidos. Ya ni hacer la comparación, sería odioso.
El debate da para muchos ríos más de tinta y bastante saliva, sin embargo creo que la bandera social de la representación obrera ya colapsó, ya no representa los intereses reales para mejorar las condiciones salariales y por su parte, los empleadores están viviendo su época dorada, la vida loca, y gozando del desorden y nula representación gremial. Ya están dando golpes certeros y brutales como el recién asestado a los trabajadores en el último «Aumento» de poco más de ocho pesos por día…. hágame usted el favor!
Y dígame si no estamos ante un escenario de principios del siglo XX, ya ni llorar es bueno.
Pero aún quedan salidas o mejor dicho, alternativas que equilibren de verdad los factores de producción (sonó romántico) y la siguiente sería la desaparición del Salario Mínimo o (UMA) y que cada quien se arregle por su cuenta. Total, así el trabajador recupera en parte su poder adquisitivo y así se acaban al menos las simulaciones.