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Brasil y Rousseff, ante una sentencia histórica

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A menos que ocurra un milagro, el Senado destituirá este miércoles a Dilma Rousseff de la presidencia de Brasil, un fallo histórico que pondrá fin a 13 años de gobiernos de izquierda en el gigante sudamericano.

Rousseff prevé hacer una declaración a la prensa a las 13h locales (16h GMT) tras la votación, indicó uno de sus colaboradores. Inmediatamente después del voto de los 81 senadores, convertidos en una especie de Gran Jurado, el vicepresidente Michel Temer, de 75 años, que ya funge como mandatario interino, asumirá la presidencia.

Temer (del partido de centro-derecha PMDB y enemigo acérrimo de Rousseff) prestará juramento ante el Parlamento, antes de viajar a China para la cumbre del G20, donde pretende participar ya con el título oficial de presidente. Todo parece minuciosamente calculado.

«Brasil pasó por un período difícil de disputas políticas, pero se ha cumplido con la Constitución. Cuando el presidente es apartado del cargo, asume el vicepresidente porque, al final, ése es su papel», indicó Temer al diario O Globo, quien llegará a la presidencia con una popularidad tan baja (13%) como la de su predecesora.

El voto cerrará una sangría política que desde hace nueve meses mantiene en vilo a la mayor economía de América Latina, en ruta a su peor pérdida de riqueza en 80 años, cerca del 7% del PIB entre 2015 y 2016, y que tiene a los principales partidos embarrados en causas de corrupción.

De concretarse, será un final inesperado para la primera mujer que llegó a la presidencia de Brasil, suspendida en mayo tras ser acusada de manipular las cuentas públicas para asegurar su reelección en 2014 y continuar con esa práctica al año siguiente.

«La posibilidad de que Dilma no sea destituida es casi nula… Hoy las chances de que sea destituida son de un 99%», opinó Adriano Codato, profesor y analista de la Universidad de Paraná.

Lo cierto es que nadie duda en Brasilia que la dama de hierro del Partido de los Trabajadores (PT) será condenada. Será «la elección indirecta de un gobierno usurpador», lanzó el lunes Rousseff en una dramática presentación ante el Senado en la que aseguró ser víctima de un golpe de Estado.

– Ecos del pasado –

Lejos quedaron los días del milagro socio-económico que inició el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010), padrino político de Rousseff, que sacó a 29 millones de personas de la pobreza y al país del mapa de hambre de la ONU.

Bastan 54 votos (dos tercios de los 81 senadores) para que Rousseff sea condenada. Los aliados de Temer aseguran contar con el resultado que le permitiría gobernar hasta fines de 2018.

Dilma «produjo muchos enemigos por su estilo autoritario (…) Su incapacidad le cobró un alto precio cuando se volvió impopular al hacer exactamente todo lo contrario que había prometido cuando fue reelecta», escribió Sylvio Costa, director de la publicación Congresso em Foco.

La crisis económico-política se entrelazó con un escandaloso fraude que drenó más de 2.000 millones de dólares de la estatal Petrobras.

– Los retos de Temer –

Temer no tendrá mucho que celebrar después de asumir la presidencia de Brasil.Con el desempleo en niveles récord, la inflación rozando los dos dígitos (la mayor en 13 años) y un gigantesco déficit fiscal, la economía brasileña se contraería otro 3,27% este año. Brasil se encamina hacia su primer bienio recesivo desde la década del 30.Su nombre también ha saltado en las revelaciones en torno al megaescándalo de corrupción en Petrobras, en varias delaciones hechas por acusados que buscan reducir sus condenas.El ahora presidente interino niega cualquier vinculación con la trama y la Justicia nunca ha presentado cargos contra él. Y también necesitará de gran habilidad para hacer alianzas en el fragmentado Parlamento, mientras carga con la sombra de haber «usurpado» el gobierno de Rousseff.Rousseff es acusada de haber violado la Constitución al firmar decretos a espaldas del Congreso y atrasar pagos a la banca pública para financiar planes sociales y asegurar su reelección.La presidenta niega los cargos y sostiene que el juicio es la herramienta escogida por una confabulación conservadora, liderada por Temer, para llegar al poder sin pasar por las urnas.En su última presentación ante el Senado, quizá la última como presidenta, esta economista que fue guerrillera marxista en su juventud y sufrió torturas en la última dictadura (1964-1985) se mostró altiva y dijo que solo unas elecciones directas pueden juzgar a un jefe de Estado.Lula y el cantautor brasileño Chico Buarque asistían a la sesión desde la tribuna. Y señaló que será ella quien quedará «del lado correcto de la historia».

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