Un informe publicado en “New England Journal of Medicine” documentó un extraño acontecimiento que sufrió una embarazada de 33 años de edad en su semana número 22 de embarazo.
Al practicarle una resonancia magnética se descubrió que la mujer presentaba una rotura de 2.5 centímetros en la pared uterina, lo que permitió que los pies de su bebé salieran fuera del útero. El medio indicó que esta situación afecta a «menos de cinco de cada 1,000 embarazadas que fueron sometidas a cesáreas con anterioridad”.
Los especialistas comentan que este tipo de roturas pueden causar complicaciones potencialmente mortales y que las mujeres más propensas a sufrir situaciones semejantes son aquellas que fueron sometidas a cesáreas previamente.
En este caso, afortunadamente, la madre –que había sido sometida a cinco cesáreas– parió al bebé de casi dos kilos en la trigésima semana de gestación y tanto ella como el chiquitín se encuentran bien.
