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Barca sin remos

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Por: Jaime Castillo Copado

La flaca memoria

Harta. La gente está harta de los políticos, no quieren saber nada de aquello que huela a política y tiene en el peor concepto a todos aquellos que se interesan en ella.

En términos generales, a todo lo largo y ancho de nuestro país abundan las historias de impunidad de los políticos; también es cierto que hasta en el pueblo más pequeño se resienten los efectos de la tergiversación del poder.

Ahí tenemos el caso de Puerto Vallarta, donde durante por muchos años, los priistas se dedicaron a saborear las delicias del poder, sin importarles el progreso de su comunidad.

Acostumbrados a los malabares del trinquete, ni siquiera repararon en que debían pensar en algo llamado banquetas para los peatones o ciclovías para quienes optan por la opción de las bicicletas. Vaya, de una sensibilidad cero en su forma de gobernar, para que me entiendan.

Gracias a la incapacidad de políticos de ese tipo, la Costa Norte de Jalisco vivió años de letargo. Especialmente durante los últimos años en que gobernaron Puerto Vallarta, entre el 2003 y el 2012, cuando dejaron a este destino turístico en la ruina, endeudado hasta las cachas y con calles intransitables, sin patrullas, ni vehículos para llevar a cabo los más mínimos servicios públicos municipales.

Con contratos de concesión amañados, que con el tiempo terminaron desplomados por llevarse a cabo en situación de flagrante corrupción, como fueron los de la concesión de la recolección de basura y el fallido basurero para confinarla, este destino turístico vivió sus peores tiempos de los últimos años.

Tuvieron que venir mejores tiempos y mejores propuestas de gobierno para que Vallarta recobrara gran parte de su esplendor, se recuperaran aquellos servicios que se concesionaron y malograron, para que floreciera nuevamente la industria turística y se superaran todos los récords de ocupación hotelera, con más de 4 millones de visitantes el año pasado.

Fue gracias al trabajo político de Ramón Guerrero, que supo mirar hacia donde los priistas ni se les ocurría voltear, mediante la creación de programas sociales de alto impacto y con un revolucionado estilo de gobernar, que las condiciones de vida para los vallartenses pudieron cambiarse.

Hoy día Puerto Vallarta vive una etapa de orden y estabilidad gubernamental, producto de la experiencia del presidente Arturo Dávalos Peña, quien cambió la forma, pero no los programas de gobierno, ni tampoco el buen trato para con el ciudadano.

Son ellos dos los personajes del momento, Ramón y Arturo; los políticos más importantes de la rica y bella Costa Norte de Jalisco. A quienes el PRI le apuesta ahora a desunir, a que se peleen o que simplemente no se pongan de acuerdo de cara a las elecciones de 2018.

Un PRI que le prendió ya veladoras a la flaca memoria del ciudadano para que se le olvide la larga lista y tremenda clase de rufianes que llevaron a cabo múltiples tropelías en el puerto.

Un PRI que ante la incapacidad de presentar una cara decente, comenzó ya una guerra para dividir y para contrapuntear a dos políticos cuya capacidad los habrá de llevar al entendimiento de que su única rivalidad es contra el PRI corrupto y sus malos gobiernos.

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Periodista, resignado Atlista, enamorado de mi ciudad y de mi Estado. De L a V en punto de las 7am al aire @1070noticias http://bit.ly/oYJFU2